Javier Milei quiere privatizar los medios públicos argentinos. ¿Pero puede lograrlo?
Una de las primeras promesas de Javier Milei al ser elegido presidente de Argentina fue privatizar los medios informativos estatales del país: Televisión Pública, Radio Nacional y Télam. Esta promesa se ajusta a la agenda ultraliberal de Milei, que incluye la eliminación de varios ministerios y la “dolarización” de la economía argentina.
Milei justificó su promesa calificando a la Televisión Pública como “un mecanismo de propaganda” y diciendo que “debería ser privatizada al igual que Radio Nacional”. Según nuestro Digital News Report 2023, hasta un 16% de los argentinos utiliza Televisión Pública para las noticias offline y un 10% lo hace para las noticias online. Estas cifras sitúan a la radiotelevisión pública muy por detrás de competidores privados como TN y Telefe.
La televisión pública argentina también parece tener un problema de confianza. Sólo el 36% de los encuestados considera que la Televisión Pública es de fiar. La cifra es más alta para Telefe (56%) y TN (52%).
Natalí Schejtman es periodista y profesora en la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires. Su libro Pantalla partida: 70 años de política y televisión en Canal 7 aborda la historia de la televisión pública argentina, conocida también como Canal 7, desde los albores del peronismo hasta la actualidad.
A principios de diciembre conversé con Schejtman para conocer mejor cómo funcionan los medios públicos argentinos, por qué quiere Milei ponerlos en manos privadas y qué probabilidades reales hay de que eso ocurra. Nuestro diálogo ha sido editado para mayor brevedad y claridad.
P. ¿Hasta qué punto es viable la promesa de Milei de privatizar los medios públicos argentinos?
R. Aún no lo sabemos. Este tema no estuvo tan presente durante la campaña. Apareció con algunos destellos, a veces en forma de exabrupto y no como una propuesta pensada.
En la campaña de 2015 [que ganó el entonces candidato conservador Mauricio Macri], los medios públicos sí fueron un tema mucho más importante al haber tenido mucho protagonismo durante el kirchnerismo [la rama del peronismo impulsada primero por Néstor Kirchner y luego por su viuda, Cristina Fernández]. Entonces los medios públicos se habían ampliado. Se habían abierto nuevos medios públicos. Habían aumentado su tamaño y había crecido también la injerencia política dentro de aquello que se llamó “la batalla cultural” del gobierno del kirchnerismo contra el grupo Clarín.
En 2019 le preguntaron al entonces candidato peronista Alberto Fernández varias veces [sobre los medios públicos]. El tema estuvo más presente en 2019 que en 2023. ¿Cuán probable es que Milei privatice estos medios? No lo sabemos. No es fácil, en términos de procedimiento, llevar a cabo ninguna privatización, y esta no estaba en agenda. Vamos a ver cuál es el proyecto y si se sostiene. Todo está por ver, más allá de la intención.
P. ¿Qué representan los medios públicos para los argentinos y qué representan para Milei y sus partidarios?
R. La Televisión Pública tiene más de 70 años. Fue el primer canal de televisión en Argentina, pero nació muy asociado a los gobiernos. La primera emisión de la Televisión Pública fue un acto muy importante del 17 de octubre, que es el llamado Día de la Lealtad peronista. Nunca pudo sacarse este vínculo de dependencia con los gobiernos.
Esto hizo que fuera más difícil ser más previsible para las audiencias. Argentina es un país que ha tenido una gran inestabilidad política. Si con cada gobierno cambiaban las autoridades, cambiaba la propuesta del canal.
Históricamente, ha tenido una buena programación cultural y algunos programas que representan la diversidad geográfica del país, a diferencia de otros canales que no tienen eso como uno de sus mandatos. Pero para Milei y para otras audiencias, también representa la asociación a los gobiernos. Eso también sucede y también se percibe así.
Milei optó por señalar que, durante la campaña, el canal habló siempre mal de su partido o hizo una cobertura muy negativa. Insistió en este aspecto de falta de pluralismo. Para Milei representa un lugar de propaganda por un lado, y por otro lado un gasto y un grupo con activos inmobiliarios de los que extraer valor.
P. Milei dice que la Televisión Pública es un “mecanismo de propaganda” y asegura que el 75% del tiempo en que se habló de su partido fue de manera negativa. Los medios públicos argentinos, sin embargo, dicen que su objetivo es “informar de manera plural, contribuyendo al afianzamiento de los valores ciudadanos de una sociedad democrática.” ¿Tiene razón Milei en lo que dice?
R. Históricamente, [la Televisión Pública] se percibe como un lugar que tiende a expresar con más preferencia la voz de los gobiernos y esto pasa por muchos motivos.
En los años 90, durante el mandato del presidente Carlos Menem, se puede rastrear una serie de editorialistas o periodistas muy asociados al Gobierno, y por supuesto también en las dictaduras.
Durante la última dictadura, de la que ahora la recuperación democrática celebra su 40 aniversario, hay un caso muy emblemático que tiene que ver con la cobertura de la guerra de Malvinas. En la guerra de Malvinas, Canal 7 quedó absolutamente asociado a la propaganda celebratoria de que Argentina estaba ganando aquel conflicto. En la dictadura, la idea de propaganda es muchísimo más nítida, porque ahí había una relación de dependencia absoluta con el Gobierno de facto.
Esto que dice Milei no es algo que se le ocurrió a él. Pero lo dice con un grado de desdén que no permite visualizar una solución. La idea de privatización es una solución que implica no resolver el problema del pluralismo. A mí no me parece que esté interesado en resolver los problemas que su diagnóstico indica, sino que él dice: “Chau, ¡afuera!”.
Si el problema de Canal 7 es que hizo campaña negativa por Milei, ese problema no se resuelve con la privatización porque nada dice que los medios privados sean más plurales que los medios públicos. La pregunta es si una privatización resuelve ese problema. Yo diría que no. Una privatización no resuelve ese problema y genera a la vez otros.
P. No es la primera vez que se habla de privatizar los medios públicos. En el libro que usted escribió sobre la historia de Canal 7, cuenta sobre una privatización en los 50 y dos intentos en los 90. ¿Qué nos puede decir de esos intentos y cómo nos ayudan a comprender el de ahora?
R. La gran pregunta es quién compraría hoy un canal de televisión. Mucha gente responde a esa pregunta diciendo que los canales de televisión no son sólo negocios. Está la viabilidad en términos del mercado de medios, donde se podrían comprar medios por pura estrategia política.
En los años 90, que fue la década más reciente en que se habló de privatización, se vendieron un montón de empresas públicas, pero Canal 7 no se terminó de privatizar. El Gobierno de Menem fue ambivalente.
Era un momento de transformación del ecosistema de medios muy fuerte. Piensa que en 1989 se privatizaron dos canales de televisión que habían estado en manos del Estado y ahí, durante los 90, se dio una profesionalización de los medios de comunicación: vimos el nacimiento y crecimiento de los holdings. Durante toda la década, los distintos actores que tenían influencia en el Gobierno no terminaban de saber qué hacer con Canal 7. La decisión fue que se quedara en manos del Estado.
Llamaron a una persona que era un productor de teatro y televisión y le puso el eslogan “Ahora también competimos”. Como diciendo: “Va a quedar en manos del Estado, pero el Estado puede competir con los medios privados”. Esa fue una estrategia que no funcionó. Después empezó a pensarse en la privatización más en serio y ahí hubo una serie de idas y vueltas que activaron varios resortes.
Se activaron los resortes parlamentarios: había que modificar una ley para privatizar Canal 7. También los resortes sindicales y los resortes políticos: el menemismo empezó a tener una oposición muy fuerte, y tenía muchos referentes culturales y de la sociedad civil que decían: “No, ¿cómo se va a privatizar Canal 7, con la oferta televisiva cultural?”. Estaba todo esto más el condimento de una gran ambivalencia por parte del Gobierno.
P. ¿Y hoy?
R. La situación de los medios hoy no puede ser más distinta. Estamos todo el tiempo sintiendo una transformación del ecosistema de medios. Los canales se transforman. La Televisión Pública no es lo que era en los 90 tampoco. Todo el mundo se transforma y tiene su pata digital.
Entonces, en términos de Canal 7, la pregunta es: ¿quién podría comprarlo? Pero además, hay otras preguntas sobre si se van a activar de nuevo estos resortes o cuán viable es la privatización.
[Hernán] Lombardi, que fue la persona que estuvo a cargo del Sistema Federal de Medios Públicos hasta el 2019 y que hoy es diputado, dijo en una entrevista que había tres opciones para los medios públicos: el cierre y liquidación, la privatización y la transformación en una cooperativa. Así pues, hay que ver qué se está evaluando y cómo va a ser el proyecto.
P. El caso de Milei no es único. Hemos visto movimientos contra los medios públicos por parte de líderes de la derecha como Boris Johnson en el Reino Unido o Jair Bolsonaro en Brasil. ¿Por qué cree que ocurre esto?
R. Muchos creen que el Estado tiene que ser más chico. Pero algunos no entienden la función de los medios públicos. Hay que discernir bien qué dice Milei cuando ataca a los medios públicos por la cobertura que hicieron. No es un ataque solo por lo que cuesta, sino porque lo cubrieron de forma negativa. Es una combinación de dos temas que son recurrentes en otros países.
En el caso de Brasil, los medios públicos fueron muy promovidos y ampliados por Lula da Silva [en su anterior mandato]. Lula creó la Empresa Brasil de Comunicacao en 2007 y Bolsonaro anunció que iba a privatizarla, pero finalmente no llegó a lograrlo. Así pues, en la actuación de Bolsonaro en ese caso también hay un extra de revancha. En el caso de Milei, todavía es un poco prematuro decir qué va a pasar. Hasta ahora ya hizo mención a la cobertura negativa que recibió, pero no hizo mención a cómo podría ser un medio público de calidad.
Los medios públicos tienen problemas y tienen problemas que es fundamental resolver. Defenderlos no tiene que implicar negar esos problemas sino buscar una propuesta de construir medios públicos más legítimos, más creíbles, más sostenibles, y que contribuyan más a robustecer nuestra democracia. Yo creo que tienen ese potencial.
P. Según nuestro Digital News Report, el panorama mediático en Argentina se caracteriza por la concentración en el sector privado. Los medios más consumidos son los medios privados, las emisoras públicas son débiles y los medios suscitan cada vez más desconfianza. En este entorno, ¿para qué mantener medios públicos en Argentina?
R. Los medios públicos tienen una función social. Argentina tiene un sistema muy concentrado. En ese contexto, los medios públicos tienen un rol no sólo como pantallas de información nacional sino como productoras de formatos más culturales, de interés público y tendientes a reflejar las realidades de todas las regiones del país.
También hacen un trabajo muy importante, que es la digitalización del archivo audiovisual. Todo eso son infraestructuras que forman parte del patrimonio cultural y audiovisual de Argentina.
A mí me parece importante articular una idea: el hecho de que haya cosas en las que tienen que mejorar mucho los medios públicos no quiere decir que haya que entregarlos y que no tengan que existir más. Significa que hay que mejorarlos. Me parece que son estratégicos no sólo para la democracia sino para el sector audiovisual, y hay que mejorarlos en esa dirección: para que cumplan mejor su función social para la democracia y su función estratégica para el desarrollo.