Hormigas y cigarras en pos de la verdad: Esto aprendimos del periodismo en Latinoamérica en el Festival Gabo 2024

Organizado por el equipo de Jaime Abello con la coordinación de Daniel Marquínez, este encuentro nos recuerda el valor del periodismo de la región
Angélica Cárcamo, Marielos Monzón, Álvaro Murillo, Óscar Martínez, Jennifer Ávila, Wilfredo Miranda y José Carlos Zamora en el Festival Gabo de Bogotá.

Angélica Cárcamo, Marielos Monzón, Álvaro Murillo, Óscar Martínez, Jennifer Ávila, Wilfredo Miranda y José Carlos Zamora en el Festival Gabo de Bogotá.

12th July 2024

Hubo un momento de la última jornada del Festival Gabo que define la vitalidad del mejor periodismo latinoamericano, los muchos desafíos que afronta y el valor incalculable de este encuentro anual. 

Ocurrió durante esta conversación sobre el estado de la libertad de prensa en Centroamérica, que moderó el reportero Óscar Martínez e incluyó las voces vibrantes de la salvadoreña Angélica Cárcamo, la guatemalteca Marielos Monzón, la hondureña Jennifer Ávila, el nicaragüense Wilfredo Miranda, el costarricense Álvaro Murillo y José Carlos Zamora, hijo del periodista José Rubén Zamora, en prisión y a la espera de juicio desde hace dos años por un proceso injusto. 

La ofensiva judicial contra Zamora, condenada por Naciones Unidas y varias asociaciones de defensa de la libertad de prensa, es uno de los ejemplos más extremos del acoso que sufren quienes destapan los abusos del poder en los países de Centroamérica, pero no el único. 

Cárcamo mencionó el acoso de redes de trolls a sueldo de gobiernos autoritarios y la frecuente pasividad de las cabeceras tradicionales. Ávila explicó cómo ella y sus colegas de Contracorriente se ven obligados a dedicar cada vez más recursos a lidiar con las amenazas judiciales y el derecho al olvido, que el poder político y económico usa para esconder sus fechorías. Monzón apuntó al lenguaje agresivo de los líderes populistas contra la prensa libre: “Equiparan a los periodistas con criminales y comparan las salas de redacción con guaridas de delincuentes, pero nosotros seguimos haciendo nuestro trabajo”. 

No es un trabajo fácil. Ni siquiera en la otrora plácida Costa Rica, destino durante décadas de tantos periodistas en el exilio y donde, según explicó Murillo, es cada vez más frecuente la retórica agresiva contra la prensa. Pero ningún país está en una situación tan difícil como la de la Nicaragua de los tiranos Daniel Ortega y Rosario Murillo, donde no queda un solo reportero que pueda firmar una información. 

“Nicaragua es el único país del mundo sin un solo periódico impreso. El régimen ha logrado hacer imposible que podamos reportear dentro del país”, dijo Miranda, que admitió que es muy difícil informar de lo que ocurre en su país natal desde el exilio y recordó el caso del periodista encarcelado Víctor Ticay.

Fue una sesión de terapia colectiva, pero también una conversación profundamente inspiradora y un recordatorio de la capacidad de este encuentro anual para definir los problemas del periodismo latinoamericano, conversar sobre posibles soluciones e imaginar juntos un periodismo distinto en un entorno seguro, distendido y global. 

Un sinfín de hormigas

En el festival, organizado con esmero por el equipo de Jaime Abello Banfi y Daniel Marquínez, se dieron cita pioneros como Luz Mely Reyes, Olga Lucía Lozano, Sindo Lafuente, Héctor Feliciano o Carmen Aristegui junto a voces más jóvenes como Claudia Báez, Natalia Viana o Abraham Jiménez Enoa

Hubo un taller de periodismo deportivo impartido por la reportera española Natalia Torrente, que destapó la exclusiva clave del caso Rubiales, y una clase magistral de la fotógrafa catalana Anna Surinyach. También encuentros en torno al audio, la seguridad digital o el periodismo de investigación, y actividades sobre desafíos comunes como la polarización o la inteligencia artificial. 

Sin paciencia para nostálgicos, pesimistas ni agoreros, el festival no giró en torno al periodismo de ayer sino en torno al que los reporteros latinoamericanos construyen cada día con ingenio y con la convicción de que lo mejor está por venir. La Fundación Gabo, que insufla oxígeno a esa comunidad cada año en esta cita, ha ayudado también a documentar su huella a través de los dos capítulos de la investigación El Hormiguero, el segundo de los cuales presentaron en Bogotá Germán Rey, Juan Manuel Lucero y Mariana Alvarado. Ambos trabajos reflejan el empeño de miles de reporteros que trabajan como hormigas laboriosas en 1.757 medios digitales de 17 países de la región. Entre ellos está ya por derecho propio el flamante proyecto Boom, presentado en Bogotá por Boris Muñoz y otros colegas de la mano de este descarnado documental sobre el Darién

Los ejemplos son innumerables. El periodismo medioambiental de Ojo Público y el de las alianzas El Clip o Amazon Underworld, que se alzó este año con el galardón de cobertura. El trabajo de los Cazadores de Fake News de Venezuela, que se esfuerzan por desmentir a los políticos en uno de los entornos más crispados y menos libres de la región. La voluntad de Catalina Gómez Ángel y Nataliya Gumenyuk de documentar los crímenes de guerra de Putin en Ucrania. La profunda humanidad de las historias de una guerra que llevaron al escenario Mónica Ceberio, Teresa Gamaza Acuña, Cristian Segura, Jacobo García, Carlos Martínez y Luis Doncel

El escenario del auditorio del Gimnasio Moderno, unos minutos antes de la puesta de escena de 'Historias de una guerra'.
El escenario del auditorio del Gimnasio Moderno, unos minutos antes de la puesta de escena de 'Historias de una guerra'.

Reportajes que combaten la desmemoria como éste de Marcela Turati sobre una mujer en busca de su madre y crónicas que destapan redes globales de abusos como esta premiada obra maestra sobre caballos malheridos de los argentinos Anita Pouchard Serra y Diego Fernández Romeral. Pódcasts que trazan un retrato descarnado del poder como éste sobre Bukele de Gabriel Labrador, Silvia Viñas y Eliezer Budasoff, y otros que dan voz a grupos silenciados como éste de Nayeli López Reyes sobre los derechos de las mujeres de la comunidad triqui de Oaxaca que ganó el galardón en la categoría de audio. 

Ni todo el periodismo ni todos los periodistas somos así. Existen cabeceras cobardes, editores esclavos, propagandistas a sueldo, esbirros del poder que se hacen pasar por reporteros, diarios sesgados o entregados al sensacionalismo, estenógrafos que encarnan todo lo que no queremos ser. Y sin embargo el festival nos asoma cada año a la utopía de creer que otro periodismo es posible en España y en Latinoamérica sin una gota de nostalgia y aprovechando las oportunidades que ofrece el entorno digital. 

Hombres alucinados y mujeres históricas

Esta convicción no es fruto de la fe sino de conversaciones con decenas de periodistas brillantes y de la observación detallada de su trabajo, a menudo creado en circunstancias difíciles pero empujado por el valor, la curiosidad y la vocación de contar las historias de América Latina, una tierra que Gabriel García Márquez definió en el célebre discurso del Nobel como “esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda”. 

Estoy seguro de que muchos de los reporteros latinoamericanos dirán “¿Alucinados y tercos? ¡Ésos somos nosotros!” porque es necesario un cierto grado de terquedad y de alucinaciones quijotescas para perseverar cuando el periodismo se ejerce en un entorno tan hostil. 

El festival no ignoró esas amenazas. Luz Mely Reyes nos recordó que “la polarización es una trampa” que nos puede empujar a dejar de cubrir lo que de verdad importa. Nelly Luna explicó que la crisis climática es “un asunto eminente económico” y que deberíamos cubrirla como tal. Karen Hao nos animó a ignorar la propaganda de las grandes empresas y a mostrar en nuestras historias cómo afecta a la gente corriente la revolución de la inteligencia artificial. 

En un mundo a menudo dominado por una cacofonía de creadores, activistas e influencers, conversamos sobre uno de los grandes desafíos del momento: distinguir lo que es periodismo de interés público de lo que no lo es. 

La argentina Vanina Berghella, directora regional de este fondo que recauda dinero para medios en todo el mundo, apuntó como notas distintivas a la transparencia en los procesos editoriales, en la propiedad y en la financiación. 

El diplomático John Feeley, hoy director de este centro para la integridad de medios en las Américas, definió el periodismo de interés público como “aquél que no responde a los intereses especiales de gobernantes, partidos opositores, gobiernos extranjeros, corporaciones o crimen organizado” y mi querido Ricardo Corredor recordó que no basta con que los medios tengan estándares: también deben tener mecanismos para recibir quejas si esos estándares no se cumplen.

Yolanda Ruiz, responsable del Consultorio Ético de la Fundación Gabo, contó cómo el estallido social en Colombia le había hecho reflexionar sobre la diversidad de los medios y apuntó que las críticas generales a la prensa son el fruto de que nuestro trabajo está a la vista de todos. Otras voces recordaron la retórica agresiva de líderes autoritarios a izquierda y derecha, y se preguntaron si es posible encontrar fórmulas para canalizar más recursos para sostener el periodismo libre en la región.

Como la cigarra

En este entorno, quienes trabajamos en el Instituto Reuters aspiramos a aportar dos cosas: evidencia científica que nos ayuda a conocer cómo se acercan las audiencias a las noticias hoy y un espacio donde explorar juntos el futuro del periodismo dentro y fuera de la región. Ese espíritu nos llevó a Bogotá para compartir los principales hallazgos del Digital News Report de este año, conversar con líderes de medios en un encuentro coordinado por nuestra Tania Montalvo y fomentar el mejor periodismo climático en un taller dirigido por nuestro Diego Arguedas Ortiz

Los participantes en el taller sobre periodismo climático que dirigió Diego Arguedas Ortiz en el festival.
Los participantes en el taller sobre periodismo climático que dirigió Diego Arguedas Ortiz en el festival. 

Nos volvemos de Bogotá con la convicción de que el periodismo de interés público que investiga los hechos y no rehúye los matices es un arma cargada de futuro contra la opresión, el saqueo y el abandono que a menudo sufren los países de la región. Un momento se nos queda grabado en la memoria: el sonido de la nota de voz de José Rubén Zamora desde la prisión Mariscal Zavala de Guatemala y su discurso, que publicamos de forma íntegra en este enlace y que su hijo José transmitió con emoción en la ceremonia de Bogotá.

Nos habría gustado arropar con nuestros aplausos a José Rubén, convertido en el símbolo del valor y de la claridad moral a los que aspiramos y que a menudo echamos en falta entre muchos de nuestros colegas. Pero nos aferramos a la letra de esta célebre canción de la argentina María Elena Walsh que interpretó Paula Pera durante la ceremonia: “Tantas veces me mataron, tantas veces me morí. Sin embargo, estoy aquí resucitando. Gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal, porque me mató tan mal y seguí cantando. Cantando al sol como la cigarra, después de un año bajo la tierra. Igual que un sobreviviente que vuelve de la guerra”. Ojalá podamos abrazarlo muy pronto. Ojalá en 2025 en Bogotá.

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