José Rubén Zamora al recibir el Premio Gabo: “El desafío de la prensa es decir la verdad en un contexto hostil”

Texto íntegro del discurso con el que el periodista guatemalteco celebró desde prisión el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo
José Rubén Zamora al comparecer ante el tribunal en Guatemala en 2022. | REUTERS/Josué Decavele

José Rubén Zamora al comparecer ante el tribunal en Guatemala en 2022. | REUTERS/Josué Decavele

6th July 2024

El editor guatemalteco José Rubén Zamora, periodista valiente, fundador del diario 'elPeriódico' y símbolo del mejor periodismo de investigación latinoamericano, permanece en prisión desde el 29 de julio de 2022 por un proceso judicial espurio condenado por Naciones Unidas y por varias organizaciones que defienden la libertad de prensa. En mayo de 2024 la Fundación Gabo le otorgó el Reconocimiento a la Excelencia periodística, uno de los galardones más prestigiosos de la región. El premio lo recibió este viernes su hijo José Carlos Zamora, que leyó en su nombre el discurso que reproducimos aquí.


¡Vaya paradoja! No obstante mi solitario aislamiento de dos años, acompañado únicamente de una planificada y amplia variedad de centenas de insectos voraces en mi fría y húmeda bartolina, que por momentos más se asemeja a un rústico mausoleo refrigerado encerrado dentro de una especie de precario pero eficaz gallinero en el que permanezco enterrado en vida, en algún lugar perdido en la prisión Mariscal Zavala, nunca había sentido tan calurosa y nutrida compañía y tanta libertad como hoy, el día en que ustedes han transformado mi recinto y mi propio confinamiento en un lugar confortable y feliz, con inquebrantables pilares de fe, esperanza, humildad, paciencia y coraje. 

Antes de seguir, quisiera pedir un minuto de aplausos para Guillermo Cano y Pedro Joaquín Chamorro, mártires inspiradores del periodismo independiente, que prefirieron morir en defensa de la libertad que vivir hincados y renunciar a sus firmes convicciones frente a los narco-clepto-regímenes fascistas característicos de nuestra exuberante región, donde contradictoriamente hay grandes mayorías de gente que sobra, que vive en la exclusión y la miseria. 

Con humildad pero experimentando paroxismo de felicidad, en nombre de los periodistas de elPeriódico de Guatemala y los periodistas y la prensa independiente de la región, me siento profundamente honrado de recibir el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2024. 

'Un ejercicio contra la corriente'

Es un momento propicio para reflexionar sobre las inevitables relaciones, desafíos y tensiones entre la prensa independiente y el poder establecido. El desafío de la prensa independiente es decir la verdad, expresar las cosas como son, desde todos los puntos de vista posibles. Por norma, suele ser un ejercicio contra la corriente, en un contexto hostil, solitario y marginal y el poder suele considerarlo subversivo. 

Son innumerables los intentos de poner a la prensa y a los periodistas independientes al servicio de una causa, una ideología, un interés o un gobierno. No importan los elevados ideales y las altísimas razones que se utilizan para co-optar o neutralizar a la prensa: la única intención es que se deje de hacer periodismo y se haga propaganda a través de los medios y apología de prácticas que terminan por convertirse en perversiones repugnantes. 

Las responsabilidades del periodismo son la crítica, la fiscalización y la lucha sin cuartel contra los abusos del poder. Esto es aún más cierto en países como Guatemala, en donde los peligros de abusos de los poderes establecidos se ven agudizado por la ausencia en nuestros sistemas políticos de controles, balances y contrapesos institucionales que permitan a la ciudadanía fiscalizar los excesos y abusos del Estado, al extremo que la corrupción y la impunidad se han transformado en un fenómeno habitual, perenne e incesante. 

Desde otra perspectiva, el sistema no puede combatir el narco, la corrupción y la impunidad, porque el narco, la corrupción y la impunidad son el sistema. 

No importan los elevados ideales y las altísimas razones que se utilizan para co-optar o neutralizar a la prensa: la única intención es que se deje de hacer periodismo y se haga propaganda a través de los medios y apología de prácticas que terminan por convertirse en perversiones repugnantes

José Rubén Zamora

Nuestra democracia ha experimentado una metamorfosis siniestra: cada cuatro años elegimos un clepto-dictador, un presidente ladrón, que cogobierna con las mafias criminales, la oligarquía, los contratistas, los proveedores y los sindicatos del Estado ignorando las necesidades de las grandes mayorías pobres de la población. El sofisticado sistema de narco-cleptocracia fascista que prevalece ha echado raíces profundas y es insensible e inconmovible a las demandas de la ciudadanía. 

A la luz de esta dramática realidad, resulta evidente la importancia capital de que la prensa desempeñe el papel agresivo de pequeño contrapoder de los poderes establecidos. Es una tarea muy cuesta arriba, pues la sociedad misma y los poderes tradicionales –paradójicamente, incluso los mismos periodistas– tratan de manera recurrente de exigir la redefinición del papel de la prensa y de los periodistas independientes. Claman por que la prensa deje de tener conciencia crítica y se dedique a apoyar, predicar, persuadir, teniendo como ejes sus ideas, creencias, ideologías, ortodoxias, dogmas, procesos políticos y verdades oficiales y oficiosas.

Los poderes ignoran u olvidan que la prensa, lejos de 'deber ser', simplemente 'es'. Más que periodistas y medios independientes, quisieran propagandistas, propagadores de “buenas noticias”, constructores de castillos de naipes y simples servilistas. La prensa y los periodistas independientes deben percatarse de que su sometimiento a cualquier causa únicamente puede desembocar en la siembra de conformismos, desinformación y confusión y en la corresponsabilidad de cambios para que nada cambie. 

La buena práctica periodística se limita a dudar, privilegiar la suspicacia, describir, expresar, revelar, descubrir, desnudar la realidad con énfasis crítico y fundamentalmente a poner a la vista lo escondido, propiciar vigorosamente la libertad en su sentido más amplio, desmitificar los fundamentalismos, las ortodoxias y el poder y realizar un libre examen de la realidad.

La doble moral de las élites

Estas cosas, en su conjunto, no son nada fáciles de llevar adelante en nuestros contextos. Como bien dijo Octavio Paz, nuestras élites jamás han hecho suyas la libertad, la democracia, la tolerancia, el debate público plural, el mercado, la transparencia, el respeto al Estado de Derecho, la genuina independencia de poderes y el respeto a los derechos humanos. Más bien, sus auténticas afinidades políticas, morales e intelectuales han estado siempre con el fascismo, el mercantilismo, el corporativismo político, los monopolios y los oligopolios económicos y políticos, la opacidad, los privilegios y la intolerancia. 

Nuestras élites poseen doble moral: sus amigos pueden hacer lo que quieran con impunidad, mientras que a sus enemigos aplican rigurosamente la ley. Es más, consideran legítimo responder a quienes se salen de su redil, con boicots comerciales, coerciones, violencia en cualquiera de sus manifestaciones, asesinatos convencionales o morales, terrorismo de Estado e implacable persecución judicial y fiscal, campañas infames de desprestigio y difamación en los monopolios de televisión y oligopolios de radio, campañas sistemáticas de represión sicológica preventiva, secuestros, chantajes, encierro, destierro o entierro, hasta la vulgar compra de voluntades.

Cómo dijo el expresidente Álvaro Arzú, en cuya administración se firmaron los acuerdos de paz, parafraseando a un conocido y burdo dictador: “Al periodista se le paga o se le pega”. 

El precio de perseguir la verdad

Mi práctica periodística independiente me obligó a denunciar los abusos y excesos de los poderes establecidos, la corrupción y la impunidad, el terrorismo de Estado y los actos criminales de los altos mandos militares.

Este tipo de periodismo significó amenazas de muerte, atentados y persecución judicial y fiscal, llamadas telefónicas en las madrugadas por años, estrechos seguimientos a mi esposa y a mis hijos por décadas, exilio permanente de periodistas del diario, más de 30 disparos en las calles de la ciudad por el narco-ministro de la defensa de turno.

También un severo boicot publicitario como resultado de coacción y persecución del Estado y sus instituciones a nuestros anunciantes privados; descomunales campañas de descrédito y desprestigio en el monopolio de televisión y el oligopolio de radio en los horarios de mayor audiencia; misiones nocturnas de helicópteros militares sobre mi residencia; manifestaciones de empleados públicos frente a las oficinas del diario; allanamiento furtivo de la elite de contrainteligencia militar en mi residencia durante tres horas en las que fuimos golpeados y sometidos a vejámenes físicos y psicológicos; exilio de mi familia; asesinato del gerente de una industria en la que era socio minoritario y a quien cortaron los dedos de manos y pies, degollaron y tiraron en un pozo miembros del ejército de Guatemala y cuya familia vio forzada a vivir en el exilio; órdenes de restricción para salir del país en tanto estaba siendo perseguido judicialmente por el presidente y la vicepresidenta de la república.

Este tipo de periodismo también significó el secuestro que me llevó a experimentar una larga siesta con la muerte, desnudo, por más de 16 horas en las montañas, a más de 50 kilómetros de la ciudad, sufriendo hipotermia, en un basurero clandestino, mientras los zopilotes volaban en círculos sobre mí, para disputarse mi cadáver con hormigas, perros y ratas hambrientas. Como daño colateral, sufrí un severo estrés postraumático que me agobió por eternos 11 meses en los que anduve inconscientemente en busca de la muerte. 

En varias ocasiones y con diferentes gobiernos estuve al borde de la cárcel. Nuestra planta de producción fue cercada por 200 oficiales disfrazados de policías civiles para impedir la circulación de la edición del diario. En dos ocasiones contrataron sicarios del cártel del golfo de Honduras para asesinarme. Colapsaron nuestra página web en 14 ocasiones con la complicidad de la telefónica de Carlos Slim y destruyeron 14 años de nuestros archivos digitales. Nos espiaban constantemente y llegaron al extremo de negar públicamente investigaciones periodísticas y noticias que aún no habíamos publicado. Para evitar el espionaje tuve que trabajar en casa con periodistas extranjeros y aún así antes de llegar a la planta de producción nuestros trabajos de investigación periodística llegaron a la Casa Presidencial.

'La libertad es una conquista' 

Quiero compartir mi convicción que nuestro verdadero desafío es vencer nuestros propios miedos y nuestra natural e inevitable cobardía, que representan los únicos obstáculos para hacer frente a nuestro pervertido y siniestro statu quo. La supervivencia de una genuina empresa periodística en muchos de nuestros países se trata, simplemente, de tener tenacidad en medio de un ambiente hostil, de trabajar con honestidad e integridad en medio de un contexto corrupto, capaz de corromper a cualquiera. 

Es preferible morir de pie, como lo hicieron, entre otros iconos del periodismo independiente, Pedro Joaquín Chamorro y Guillermo Cano, que vivir arrodillados, avergonzados y vencidos por ese lado obscuro que todos los seres humanos tenemos. El único enemigo que debemos vencer es a nosotros mismos. Si nos vencemos a nosotros mismos, nadie puede derrotarnos ni detenernos. 

Quisiera terminar compartiendo con ustedes una convicción de Octavio Paz. La libertad no es un concepto ni una creencia. La libertad no se define: se ejerce. Es una apuesta. La prueba de la libertad no es filosófica sino existencial: hay libertad cada vez que un hombre libre, cada vez que un hombre en contra de la corriente, en soledad y en la marginalidad añado yo, se atreve a decir 'No' al poder. No nacemos libres: la libertad es una conquista y, más que una conquista, una invención y se ejerce al expresar lacónicamente 'No Quiero' al poder establecido.  

Siempre he dicho que Guatemala es un laberinto perfecto. Es decir, un laberinto sin salida. Con mayor amplitud y una lucidez asombrosa, Gabo escribió sobre Guatemala: "Muy pocos han padecido una represión tan atroz, tan intensa y prolongada, y ninguno la ha sobrellevado con tanta soledad. Guatemala, patria de volcanes acezantes y aves del paraíso, es uno de los países más hermosos del mundo, y también de los más desdichados.” Donde el añejo fascismo criollo dominante “casi siempre se le ve la mano de rapiña, recurrente y feroz, la extrema mano derecha de destripador que tira la piedra y esconde el cuerpo entero” en sus extensos cementerios clandestinos. Donde “la utopía – honorosa – es de que el antídoto para el comunismo e incluso para la derecha moderna y progresista no es la inteligencia, sino el terror... La represión guatemalteca es peor que las otras, no tanto por su intensidad insaciable ni por su ferocidad descorazonada ni por su antigüedad prehistórica sino porque ya no queda casi nadie en el mundo que se acuerde de ella".

Sin embargo, debido a sus excesos y abusos, la fundación Gabo entre otras importantes organizaciones y países, pusieron a Guatemala una vez más en el mapa para fortuna de los guatemaltecos. 

Albañiles de las letras

La entrega del premio Gabo no solo honra al periodismo independiente. Es también un encuentro propicio para deliberar sobre la importancia capital de ampliar y expandir los espacios de libertad de prensa, de reivindicar el periodismo riguroso, ambos pilares claves de las genuinas democracias, con instituciones y procesos electorales que garanticen la justicia y la transparencia electoral. Además, es momento también de hacer un alto y filosofar someramente que el periodismo es visto por las élites, que representan menos del 1% de la población pero poseen más del 95% de la economía, como una especie de sacerdocio con voto militante de pobreza.

Esas élites suelen considerar a los periodistas como un grupo peculiar de albañiles de las letras y la cultura, bohemios y “hippies” excéntricos, en su mayoría comunistas. Sin embargo, y dejando de lado a quienes tienen como características distintivas clichés simplistas y peyorativos irrelevantes y pterodáctilos y helechos en sus mentes, es mejor parafrasear la fantástica canción que Shakira escribió para la memorable película El amor en los tiempos del cólera a propósito de los amores y pasiones entre el periodista y el periodismo: son amores que se vuelven resistentes a los daños, como el vino que mejora con los años; son amores que se esperan al invierno y florecen, que parece que se acaban pero en las noches del otoño reverdecen. 

En nombre de la prensa independiente y los periodistas de la región; de los y las periodistas de todas las épocas de elPeriódico; de Minayú, mi esposa; de mis hijos José Carlos, Rodrigo y Ramón Ignacio; de Carmen, Marina, María Mercedes Marroquín y Felicita Oliva Rivera, es decir, el matriarcado que me malcrió; de mi abuelo Clemente, de mis hermanos y en el mío propio; agradezco y valoro en su enorme dimensión la decisión del Consejo Rector de la Fundación Gabo de prodigarme el honor invaluable que me ha conferido, que profundiza mis convicciones por un periodismo libre de ataduras, audaz y sobre todo irreverente y dispuesto a correr altos niveles de riesgo frente al poder establecido, que por fortuna sí tiene quien le escriba a lo largo y ancho del hemisferio. 

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