Cómo cubrir el cónclave: consejos de uno de los mayores expertos del mundo sobre la elección del Papa

"No se puede abordar esto como se abordaría una elección política. Los patrones son diferentes", dice Gian Guido Vecchi del 'Corriere della Sera'
Los cardenales entran en la Capilla Sixtina durante el cónclave que eligió al papa Francisco en marzo de 2013. | Reuters/Osservatore Romano 

Los cardenales entran en la Capilla Sixtina durante el cónclave que eligió al papa Francisco en marzo de 2013. | Reuters/Osservatore Romano 

La muerte del Papa Francisco desencadenó una serie de acontecimientos que llamaron la atención de los medios en todo el mundo. Este miércoles comienza el cónclave, la elección del próximo Papa por el Colegio Cardenalicio, el grupo del clero con mayor rango en la Iglesia católica. 

La elección de un nuevo Papa está rodeada de dramatismo. Los cardenales se encierran en la Capilla Sixtina y emiten sus votos bajo los frescos de Miguel Ángel. Su única comunicación con el mundo exterior son las columnas de humo que salen de la chimenea después de cada escrutinio: fumata nera si no se toma ninguna decisión, fumata bianca si se ha elegido un nuevo Papa.

Periódicos y emisoras de todo el mundo han enviado a miles de reporteros para cubrir el evento. Pero sólo un pequeño grupo de periodistas –los llamados vaticanistas – informan sobre el Vaticano todos los días y están acostumbrados a las prácticas y al lenguaje de una institución a menudo reticente a abrirse al mundo exterior.

Uno de los más respetados y experimentados es Gian Guido Vecchi, que cubre el Vaticano para el Corriere della Sera, uno de los periódicos más importantes de Italia. Desde la Plaza de San Pedro, Vecchi conversó conmigo sobre su trabajo y me ofreció consejos para cualquier periodista que aspire a cubrir el cónclave. Hablamos sobre lo que hace especial la información sobre el Vaticano y sobre qué factores pueden influir en la elección de este año. La conversación, que mantuvimos originalmente en italiano, ha sido traducida y ligeramente editada para mayor claridad y extensión.

P. El Vaticano es un lugar misterioso y cerrado al mundo exterior. ¿Cómo explicar un cónclave a una audiencia que no está familiarizada con él?

R. Estamos hablando de una religión con más de 2.000 años de historia y un tipo de elección que tiene ocho siglos, por lo que hay mucha historia detrás. En primer lugar, es importante estudiar la historia: mirar los cónclaves anteriores para comprender lo que sucedió en el pasado. No digo esto porque la historia necesariamente se repita, sino porque al menos te hace entender ciertas cosas. 

No se puede abordar la elección de un Papa de la misma manera que se aborda una elección política. Los patrones son simplemente diferentes. 

P. Sin embargo, algunos reportajes presentan el cónclave en términos similares, describiendo “bloques” de cardenales y utilizando lenguaje como “conservador” o “progresista” para describirlos. ¿Es esto una simplificación excesiva? 

R. La dinámica es más compleja. No existe una institución religiosa más internacional y más cosmopolita que el cónclave: están representados 71 países. Hay muchos países poderosos pero también pequeños, países en el centro de la política internacional y países en la periferia. El cónclave está marcado por muchas diferencias: geográficas, culturales. En Occidente existe el riesgo de tener en cuenta sólo las prioridades occidentales.

En un sínodo reciente [una reunión de católicos organizada por el Papa], hubo una discusión sobre la posibilidad de conceder la comunión a quienes se han divorciado y vuelto a casar. Al salir me encontré con un obispo africano que consideraba esta cuestión como algo muy remoto. Pero fue muy importante para algunos de sus colegas en Europa. Me dijo: "En realidad, tengo un problema con la poligamia en mi país. Si alguien con tres esposas dice que quiere hacerse católico, ¿qué hago?". Esto que era tan importante en Europa le afectaba muy poco.

Una de las características que debe tener el próximo Papa es quizás experiencia internacional.

P. Los medios están publicando muchas listas de favoritos. ¿Es posible tener una idea de quién será el próximo Papa?

R. Siempre es muy difícil hacer predicciones durante un cónclave, precisamente porque tiende a desafiar las reglas. En Italia decimos: “Quien entra al cónclave como Papa sale como cardenal”, lo que significa que los favoritos nunca son elegidos. Pero también es cierto que no siempre ha sido así. Por ejemplo, en el siglo XX, el candidato favorito ganó dos veces. Sucedió con Pío XII en 1939 y con Pablo VI en 1963. Así que no hay reglas.

P. ¿Por qué se presume que algunos candidatos son los favoritos? 

R. Por una deducción. Tenemos un cónclave con 133 electores. Muchos de estos cardenales nunca se habían visto hasta ahora. Es ahora cuando se están conociendo.

Cuando eliges un Papa, eliges a una persona a quien le confías un poder casi absoluto. El Derecho Canónico dice que el Papa tiene poder pleno, inmediato, absoluto y universal sobre la Iglesia. Como muchos cardenales no se conocen entre sí, aquellos que ya son conocidos por todos son inevitablemente considerados favoritos. Estos son los que ya tienen autoridad por el papel que han desempeñado en los últimos años. 

Pietro Parolin, por ejemplo, es el secretario de Estado del Vaticano. Todo el mundo conoce al Secretario de Estado, ya que es el segundo del Papa. El cardenal Pizzaballa es el Patriarca de Jerusalén. Ha vivido estos últimos años en el epicentro del mundo, ha vivido el conflicto palestino-israelí, tiene experiencia, y todo el mundo sabe quién es el Patriarca de Jerusalén. El cardenal Tagle fue presidente de Caritas Internacional [la ONG de la Iglesia católica] y prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Se trata de una cartera muy importante de la Curia Romana, el órgano administrativo central de la Iglesia Católica, porque concierne a todos los llamados países misioneros. Es tan importante que a ese prefecto alguna vez se le llamó el “Papa Rojo”.

P. Pero podría haber una sorpresa...

R. Siempre es posible. Aun no siendo favorito, un candidato puede surgir porque pronuncia un discurso que llama la atención de los demás cardenales durante las reuniones que preceden al cónclave. 

Esto es lo que ocurrió en el último cónclave. Jorge Mario Bergoglio [que luego tomó el nombre de Francisco] no partía como favorito. No porque no tuviera autoridad, sino porque se pensaba que era demasiado mayor. Tenía ya 76 años y Benedicto XVI había dimitido porque decía que ya no tenía fuerzas para hacer su trabajo. Todos estaban convencidos de que los cardenales elegirían a un Papa más joven.

En las congregaciones generales de los cardenales, las reuniones previas al cónclave, Bergoglio pronunció un discurso que conmovió a los cardenales hasta el punto de que al final votaron por él. Fue un discurso breve que conocemos porque un cardenal pidió el texto y permiso para hacerlo público después de la elección. Ya contenía lo esencial de su programa: que la Iglesia saliera de sí misma y llegara a las periferias geográficas.

La elección de Bergoglio demuestra que los marcos políticos no se aplican a las elecciones papales. El cónclave que lo eligió estuvo compuesto casi en su totalidad por cardenales designados por Benedicto XVI o Juan Pablo II [ambos considerados conservadores dentro de la Iglesia]. Fue un cónclave con una gran mayoría conservadora y eligieron a uno de los cardenales más progresistas. 

El mecanismo de elección está estructurado de tal manera que el Papa designa a quienes elegirán a su sucesor. Pero esto no significa que el cónclave elegirá un Papa siguiendo el modelo de su predecesor. 

P. ¿Son importantes para este cónclave en particular las tensiones entre cardenales italianos y cardenales de otros países? 

R. No. No son las nacionalidades sino las personas las que cuentan. Los dos líderes italianos que mencioné no lo son por ser italianos sino por sus funciones. 

Una cierta intolerancia hacia la Curia estuvo más presente en el último cónclave. En este cónclave, en todo caso, existe el problema opuesto. Francisco ha reformado la Curia, pero en cierto modo la ha pasado por alto al tomar decisiones. Así que ahora los cardenales son conscientes de que necesitan volver a gobernar a través de la Curia. Después de todo, es un importante instrumento de gobierno. Un Papa no puede hacerlo todo por sí solo.

P. Ha mencionado usted las congregaciones generales de cardenales previas al cónclave como un momento clave en este proceso. ¿Cómo funcionan?

R. Son reuniones de todos los cardenales, los que pueden votar y los que no. Conviene recordar que sólo los cardenales menores de 80 años pueden votar en el cónclave. En estas reuniones, todos los cardenales hablan de los temas más importantes que tendrá que abordar el próximo Papa, y también terminan delineando un perfil de cómo debería ser esa persona. 

Tomando como ejemplo el último cónclave, el Vaticano había pasado por el escándalo “Vatileaks’, cuyo origen fueron documentos robados a Benedicto XVI. Un Papa había dimitido y había un ambiente muy sombrío. Se necesitaba a alguien que recuperara el entusiasmo y la confianza, y Bergoglio era perfecto para eso. 

Por eso digo que los cardenales eligen a la persona. Las congregaciones importan porque, dependiendo de los temas que surjan, los cardenales visualizan un tipo u otro de persona. El viernes, por ejemplo, hubo discursos sobre la crisis de fe, sobre los abusos sexuales, sobre los problemas económicos, sobre todos los diversos temas que tendrá que abordar el próximo Papa.

P. Una vez que los cardenales entran en el cónclave, se supone que están aislados del resto del mundo y sus deliberaciones son secretas. ¿Cómo pueden los periodistas cubrir un cónclave en curso?

R. Es muy difícil. Durante el tiempo de las congregaciones generales, intentas hablar con algunos cardenales. Han hecho un juramento de secreto, por lo que no pueden contarte los detalles, pero al menos intentas entender un poco de lo que están hablando.

Una vez que entran en el cónclave, no hay nada más que puedas hacer. Sólo hay que esperar a que salga el humo blanco. Pero es un período de tiempo relativamente corto. Las dos últimas veces, el Papa fue elegido el segundo día del cónclave, por lo que entraron en la tarde de un día y el Papa fue elegido en la tarde del día siguiente.

Hay una votación en la tarde del primer día. Luego, el segundo día, hay dos votaciones por la mañana y dos más por la tarde, y así sigue. Las dos últimas veces, eligieron al Papa en la quinta votación.

P. A los periodistas que vienen de fuera de Roma, ¿cómo recomendaría que busquen fuentes y verifiquen los rumores?

R. Hay que tener mucho cuidado porque hay muchas noticias falsas, sobre todo a medida que se acerca el cónclave, así que hay que ser muy escéptico. A menudo se oyen mentiras sobre la salud de los candidatos. Dicen que un candidato tiene mala salud, por ejemplo. Uno debe ser siempre muy escéptico ante tales rumores. 

La última vez se rumoreaba que a Bergoglio le faltaba un pulmón. Aún hoy muchos están convencidos de que sólo tenía un pulmón. El caso es que lo habían operado y le habían extirpado un trozo de pulmón. Pero mientras tanto el pulmón se había reconstituido, por lo que el rumor no era cierto, pero se propagó.

Hay que hacer lo que siempre hace un periodista, que es intentar buscar fuentes serias. Si logras ponerte en contacto con un cardenal, por ejemplo, hablas con él y luego recopilas la información. Pero al final esto no es diferente de tratar con otras fuentes. Si eres periodista, el problema no es sólo tener fuentes o tener tres confirmaciones de tres fuentes diferentes. El problema es encontrar fuentes confiables. 

Entonces, ¿cómo se distingue una fuente seria de una fuente que no es seria? ¿Cómo detectas una fuente interesada, alguien que te dice algo porque quiere manipularte? Eso es parte de tu trabajo como periodista.

Hay que tener mucho cuidado porque nada se presta más a la manipulación que un cónclave. 

P. La película Cónclave (2024) es tan popular que influirá en las percepciones del público general. ¿Es la película precisa? 

R. No me refiero sólo a esta película. Pero, en términos generales, existe una tendencia a presentar el cónclave como una pura lucha por el poder. Sin embargo, cualquiera que lo haya visto sabe que ser Papa no es fácil. Benedicto XVI dijo que cuando supo que lo iban a elegir, sintió un hacha colgando sobre él. 

No digo que algunos de los cardenales no quieran ser elegidos, pero saben que es un riesgo, una gran responsabilidad. Ser Papa es un gran honor, pero también una carga muy pesada. El problema de estas reconstrucciones es que hacen que parezca una pura cuestión de poder. Serían creíbles si todos los participantes en el cónclave fueran ateos y no les importara su fe. Pero también existe la posibilidad de que crean. Y luego es un poco más complicado de la forma en que se suele representar, incluso en el caso de la película.

P. ¿Están los periodistas ateos o no católicos en peor posición que los católicos para entender al Vaticano?

R. No. Puedes ser creyente o no creyente. Pero es important darse cuenta de que se trata de personas que creen en Dios. No es racional pensar que todos fingen. No es importante si uno cree o no cree. Eso es irrelevante. Pero uno debe abordar el cónclave teniendo en cuenta que también están en juego cuestiones que atañen a la fe y no sólo a una pura cuestión de poder. 

Es como si alguien dijera: “Voy a estudiar una tribu mapuche”. Y los juzgo según mis criterios occidentales, viviendo en Inglaterra, Italia o España, y digo: “Mira, qué extraños son”. Tengo que intentar ponerme en el lugar de aquellos de los que hablo. Cuando cuentas la historia, tienes que tener en cuenta que estás hablando de la Iglesia católica, su historia, lo bueno y lo malo. De eso es de lo que estás hablando, no de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

P. ¿Qué deben saber los periodistas acerca de acercarse a los cardenales y otros líderes de la Iglesia para entrevistas?

R. Si hay una diferencia entre políticos y cardenales, es que a los cardenales no les importa mucho ser entrevistados. Un político se está publicitando, por lo que conceder una entrevista a un medio de comunicación importante puede ser una ventaja. Un cardenal de alto rango no obtiene ninguna ventaja por ser visto o no. No aspira a ser entrevistado. El resultado es que es mucho más difícil entrevistar a un cardenal que a un político. Tienes que acercarte a él con más cautela.

Intentas conocer a los cardenales con el tiempo. Luego, cuando los entrevistas, ven que no has tergiversado lo que dijeron. Es una relación basada en la confianza. No se basa en si los haces lucir bien o mal. Si les preguntas algo y luego escribes algo que no te dijeron o algo un poco forzado, tal vez simplemente ya no te hablen más.

P. ¿Cree que hay diferencias en las experiencias de los hombres y las mujeres periodistas que cubren el Vaticano? ¿Tienen los hombres una ventaja?

R. Honestamente, creo que antes los hombres tenían ventaja, pero ya no. Las cosas han cambiado. Incluso los cardenales de 60 y 70 años crecieron en los años 1970. Algunas excelentes colegas siguen al Vaticano, por lo que los cardenales están muy acostumbrados a hablar tanto con hombres como con mujeres. Nunca los he visto tener dificultades para hablar con una periodista. Puede que haya sucedido en el pasado, pero afortunadamente no ahora. Estuve en la sala de prensa hace un momento y vi tantas mujeres como hombres.

P. ¿Cuál es la concepción errónea más frecuente que la gente tiene sobre los vaticanistas?

R. Es incorrecto decir que quienes informan sobre el Vaticano son parte de él, o que todos son católicos. Eso no es cierto. Quienes informan sobre el Vaticano deben conocer el Vaticano. Deben comprender los mecanismos del Vaticano. Esto no significa que justifiquen todo lo que hace el Vaticano, pero hay que saber de qué se habla.

P. ¿Qué es lo que más te gusta de su trabajo?

R. Viajar. Quiero decir, he hecho más de 60 viajes. He viajado por el mundo. Francisco y Benedicto XVI a veces iban a lugares olvidados por los medios. Nadie habla nunca de algunos de esos países. Siempre hablan de Estados Unidos, Rusia, Oriente Medio y China. Pero hay pueblos enteros que nunca se mencionan. Y con el Papa hemos estado en países de África central en medio de una guerra civil. Hemos estado entre los mapuches y los rohingya. Hemos llegado hasta los confines de la tierra. Seguir al Papa ha significado viajar por el mundo.

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Meet the authors

Marina Adami

What I do I pitch, report and write articles on the future of journalism worldwide and occasionally work with the Institute’s research team. I assist in editing pieces by my colleagues and freelance contributors. I also co-author our daily roundup... Read more about Marina Adami