Jelani Cobb, decano de Periodismo de Columbia, sobre cubrir hoy a Trump: “Hay incluso más miedo que en 2016”

Este reportero e historiador dictará la Reuters Memorial Lecture 2025 el 10 de marzo. Aquí habla sobre el estado del periodismo actual
Jelani Cobb, Dean of the Columbia Journalism School, speaks during the Obama Foundation "Democracy Forum" in New York City, U.S., November 17, 2022. REUTERS/Brendan McDermid

Jelani Cobb, decano de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, habla durante un evento de la Obama Foundation en noviembre de 2022. REUTERS/Brendan McDermid

18th February 2025

Si Jelani Cobb fuera un personaje literario, uno debería empezar a contar su historia por el día que su madre lo llevó a la sede de South Hollis de la Biblioteca Pública de Queens para obtener su primer carné de la biblioteca. 

Cobb tenía sólo ocho años, pero aquella biblioteca pronto se convirtió en el lugar en torno al cual giró su mundo cuando era niño. “Todo lo que he podido hacer ha fluido desde el momento en que recibí aquel primer carné. No creo que nunca pueda llegar a pagar del todo esa deuda”, escribió después de aceptar uno de los premios literarios de esa biblioteca en junio de 2022. 

Aquel niño que una vez se perdió en volúmenes de mitología griega y ciencia ficción en esa biblioteca creció hasta convertirse en uno de los reporteros estrella del New Yorker, uno de los intelectuales públicos más destacados de Estados Unidos y el Decano de la Escuela de Periodismo de Columbia. La escuela fue el fruto de la visión del magnate Joseph Pulitzer, que utilizó parte de su fortuna para crear un centro para defender la excelencia periodística y los premios anuales que llevan su nombre y que se anuncian cada año desde la célebre World Room en el primer piso de su sede.  

Cobb se graduó de las universidades de Howard y Rutgers, y logró becas de la Fundación Ford, la Fundación Fulbright y la Universidad de Harvard. Como historiador, su mentor fue David Levering Lewis, autor de una canónica biografía en dos volúmenes del sociólogo y activista de derechos civiles W. E. B. Du Bois. Como periodista, se inició en el Washington City Paper bajo la tutela del añorado David Carr, a quien Cobb rindió homenaje en este obituario conmovedor

Desde aquellos días, Cobb ha escrito cientos de columnas y reportajes sobre los problemas raciales en Estados Unidos, y varios libros fundamentales. Es autor de una historia de hip-hop y de un ensayo sobre el ascenso de Barack Obama. Junto con David Remnick, es el editor de la colección The Matter of Black Lives, que presenta docenas de artículos publicados por el New Yorker, incluidos ensayos clásicos de James Baldwin y Tony Morrison, y esta pieza que Cobb publicó en 2016.  

Cobb fue finalista para el Premio Pulitzer de Opinión en 2018 y recibió un Premio Peabody por este documental de PBS en 2020. El 10 de marzo dictará la Reuters Memorial Lecture, el evento anual más importante del Instituto Reuters. Cobb sigue los pasos de oradores como A. G. Sulzberger, Carlos F. Chamorro, Alessandra Galloni, Patrícia Campos Mello, Rebeca Corbett, Siddharth Varadarajan, Marty Barón y Melissa Bell.

Hablé hace unos días con Cobb en una videollamada de una hora. Conversamos sobre el estado del periodismo estadounidense, sobre su papel como educador en periodismo y sobre los desafíos que plantea el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Nuestra conversación ha sido ligeramente editada por motivos de extensión y claridad.

P. ¿Está el periodismo mejor preparado ahora para cubrir a Trump que en 2017?

R. En algunos aspectos sí y en otros no. En 2017 la gente estaba un poco atónita y había reticencia a admitir lo que estaba pasando. Por lo tanto, con frecuencia veíamos a personas intentar explicar las acciones de Trump y había una sensación general de que teníamos que preparar a la gente para trabajar en un momento difícil. 

Ahora las cosas son muy diferentes. Estamos familiarizados con la avalancha de mentiras de Trump y su entorno. Sabemos de lo que son capaces. Pero el panorama ha cambiado y hemos visto que la gente es más dócil. Obviamente, los ejemplos del Washington Post y Los Ángeles Times son tremendos [justo antes de las elecciones, ambos periódicos, que son propiedad de multimillonarios, decidieron que sus consejos editoriales no pedirían el voto para Kamala Harris]. 

Veo más dudas entre los periodistas a la hora de informar o colaborar con esta administración. Irónicamente, no tanto por la propia administración sino por sus medios. Hay mucho miedo, probablemente incluso más miedo que en 2016. 

P. Usted nació en Queens. ¿Le da esto alguna clave que le ayude a comprender a Trump? 

R. Por supuesto. Queens es el condado más diverso en Estados Unidos: allí se hablan más de 400 idiomas. Pero hubo un tiempo en que fue el segundo lugar más blanco de la ciudad de Nueva York, y cambió muy deprisa después de que cambiaron las leyes de inmigración en 1965. Las personas de la edad de Trump nunca se recuperaron de ver a todas estas personas de tantos lugares llegar al lugar donde vivían. No es una coincidencia que el político estadounidense moderno más xenófobo sea del condado más diverso del país. Esas dos cosas están conectadas.

P. La prensa suele presentar a Trump como un fenómeno extraño y lejos de las tradiciones políticas de EEUU. ¿Por qué crees que esta idea errónea se niega a morir?

R. Llevas mucho terreno andando al reconocer que Trump no es un fenómeno extraño. Muchos periodistas no percibieron esto durante mucho tiempo, y algunos probablemente todavía no lo sepan. Pero hay una historia de populismo de derechas en este país. Ciertamente existe una historia de hostilidad hacia los inmigrantes y los negros. Todas esas cosas son elementos del movimiento que hemos visto unirse en torno a Trump. 

Esto se remonta al Partido Populista, o a gente como Tom Watson, George Wallace o Pat Buchanan. La diferencia es que nunca hemos tenido ese tipo de política demagógica abierta en la Casa Blanca. Pero lo hemos tenido en tantos otros lugares que resulta falso decir que es una aberración. Trump representa una tradición real.

P. ¿Cree que los periodistas de comunidades marginadas o los periodistas nacidos en el extranjero tuvieron esto más claro?

R. Sí. Los periodistas estadounidenses pueden aprender mucho de sus homólogos en el extranjero, en particular de aquellos con experiencia operando en entornos autoritarios. Deberíamos escuchar a periodistas de Hungría y Filipinas. 

Pensé en esto hace unos años. cuando asistí a la cena anual del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Esa cena se celebra cada año en Nueva York por un motivo particular: creemos que estos periodistas perseguidos estarán seguros aquí. Pero esta suposición ya no se sostiene y ahora las tornas han cambiado. Deberíamos hablar con esos periodistas sobre cómo proceder. 

¿Qué protocolos debemos emplear? ¿En qué cosas deberíamos estar pensando? No creo que sea tan extremo como en muchos otros lugares, pero desde luego avanza en una dirección extrema, por lo que deberíamos pensar en esto con anticipación.

P. ¿Diría usted que la Primera Enmienda ha ofrecido a los periodistas estadounidenses una falsa sensación de seguridad?

R. No es sólo la Primera Enmienda, sino la creencia de que el Presidente cumpliría con la Constitución. Mucha gente no concibe la idea de que alguien pueda simplemente vulnerar con descaro la propia Constitución. 

Cuando Trump fue elegido por primera vez, yo dije que nunca dejaría el cargo pacíficamente. Algunos pensaron que yo era un extremista por decir eso, pero era muy obvio. La gente simplemente no quería verlo. Lo único que salvó a este país el 6 de enero de 2021 fue que Trump no es una persona competente. Un autócrata más competente habría sabido cómo robar el poder. Él no sabía lo que estaba haciendo. Su incompetencia fue el mayor activo que tuvo la democracia ese día. 

P. Los periodistas son a menudo criticados por audiencias de izquierdas que exigen palabras más contundentes, rechazan el uso de fuentes oficiales o quisieran ver un foco mayor en las víctimas de algunas de estas políticas. ¿Cuál diría que es la mejor manera de abordar la cobertura en este momento?

R. Tenemos que escuchar a quienes nos critican. Eso no significa necesariamente que estemos de acuerdo con todo lo que dicen. Por ejemplo, ha habido críticas generalizadas a la información por parte de personas que piensan que debemos poner el pulgar en la balanza y llevar a los lectores a conclusiones. Ésa es una idea terrible. Es lo peor que podríamos hacer. 

Pero a veces no hace falta mucha vista para comprender la forma en que se ha formulado un titular. Mire lo que pasó en torno a la guerra en Gaza. Vimos todo tipo de titulares confusos, fingiendo que no pasaba nada o sugiriendo que la gente simplemente estaba muriendo. Hemos visto lo mismo con cierta cobertura de Trump. Esto delata la voluntad de evitar dificultades o complejidades, o de decir cosas que puedan molestar a la gente. No creo que podamos permitirnos el lujo de hacer eso. 

P. Mucha gente ha criticado al New York Times por entrevistar a personas en la órbita de Trump, como Steve Bannon, Curtis Yarvin y Marc Andreessen. Se puede argumentar que son influyentes y que es importante conocer su forma de pensar. ¿Cómo pueden los periodistas abordar a este tipo de personajes de una manera que sea útil para el público? 

R. Creo que la plataforma importa. Si alguien va a entrevistar a Steve Bannon con el objetivo de señalar sus muchas contradicciones, creo que puede resultar útil publicarlo. ¿En una entrevista en video? Quizás no. Puede que no sea la mejor forma de hacerlo. 

Tenemos cierto tipo de responsabilidad pública. Si entrevistáramos, por ejemplo, a alguien que niega la eficacia de las vacunas, entrevistar a esa persona podría hacer que más personas eviten las vacunas, aunque sepamos que las vacunas han salvado vidas. Así que creo que está bien poner el dedo en la balanza por esa persona, porque esa persona está mintiendo o al menos ha demostrado que está equivocada de una manera que es perjudicial para el público.

P. Trump habló sobre convertir a Gaza en “la riviera de Oriente Próximo” y obtuvo mucha cobertura. Algunos informaron sobre esto como si fuera una propuesta seria, otros lo denunciaron como una limpieza étnica y otros señalaron que nadie en su círculo más cercano lo sabía de antemano. ¿Cómo deberían los periodistas cubrir declaraciones como ésta?

R. La gente cree que hay una forma sencilla de cubrir algo así, pero no es cierto. Mi intuición, y esto no es nada definitivo, es que deberíamos tratar [estos comentarios] de la misma manera que trataríamos la rabieta de un niño. Cuando tus hijos son pequeños y se caen al suelo, simplemente lo ignoras. No quieres recompensar esa conducta. De lo contrario, volverán a hacer lo mismo. La clave es informar sobre las decisiones políticas concretas. A menos que aparezca con un plan que muestre cómo van a construir condominios en Gaza, no son más que palabras. 

A Trump le encanta decir cosas que indignan a la gente, o la hacen temer o preocuparse. Sólo deberíamos abrir los periódicos con esta historia cuando presente un proyecto de ley y lo lleve al Congreso. De lo contrario, acabaremos persiguiendo sus palabras de Trump mientras él y su entorno toman las decisiones que realmente marcan la diferencia. 

Deberíamos tratar [estos comentarios] de la misma manera que trataríamos la rabieta de un niño. Cuando tus hijos son pequeños y se caen al suelo, simplemente lo ignoras. No quieres recompensar esa conducta

Jelani Cobb
Decano de Periodismo de Columbia

P. Muchos reporteros han publicado excelente periodismo de investigación sobre muchos rincones diferentes del trumpismo. Pero esos artículos suelen ser demasiado largos o estar detrás de un muro de pago, mientras que las falsedades a menudo son breves, visuales y gratuitas. ¿Deberían los periodistas repensar cómo presentan su trabajo?

R. No creo que sea eso. Hay muchos reportajes y artículos de ese tipo que son de acceso público. Pero nunca ha habido una proporción uno a uno entre un trabajo importante y un trabajo que capta la atención del público. Haces una historia brillante y a nadie le importa. Pero, aunque parezca extraño, puedes publicar esa misma historia seis meses después y la gente sale a protestar a las calles. 

A menudo les digo a mis alumnos que la relación entre trabajo e impacto es imposible de conocer a ciencia cierta. Y si crees que estás haciendo esto porque hay una proporción de uno a uno entre el trabajo que haces y el cambio que logras en el mundo, entonces deberías dedicarte a una profesión diferente. Pero debemos seguir haciendo nuestro trabajo porque en algún momento, como si fuera un billete de la lotería, llegamos a ese momento aleatorio en el que una de nuestras historias tiene un gran impacto. 

P. Con el aumento de los modelos de suscripción, algunas de los mejores medios del mundo tienen todos los incentivos para centrarse en audiencias adineradas y con educación universitaria. ¿Es eso un problema para el periodismo en el futuro?

R. Es un problema, pero es parte de un problema mayor, que es que siempre hemos tenido medios orientados a una audiencia particular. Los medios que han colapsado son los orientados a otro tipo de públicos. Hasta que descubramos cómo servir a esos públicos, tendremos el tipo de orientación sesgada que tenemos. 

Y luego están las noticias sensacionalistas y los canales de televisión por cable, que están dirigidos a audiencias específicas y pretenden avivar la indignación. Eso todavía existe y se está fortaleciendo, pero lo que no tenemos es este otro tipo de contrapeso reflexivo y accesible.

P. ¿Es frustrante escuchar a la gente quejarse de los medios cuando a menudo se quejan de cosas como los canales de televisión más polarizados?

R. Cuando la gente empieza a quejarse de los medios en una reunión social, normalmente cierro los oídos. Muy a menudo la gente hace generalizaciones basadas en una fuente o en un tipo de medio, lo que no quiere decir que seamos irreprochables. 

Los medios son una gama increíblemente amplia de diferentes tipos de entidades que hacen cosas diferentes en lugares diferentes para audiencias diferentes. Sin embargo, cuando la gente habla de los medios, a menudo piensa que se trata de un grupo de personas en una habitación fumando puros y decidiendo lo que vamos a decir. Eso puede resultar un poco frustrante. 

P. Muchos jóvenes estadounidenses se informan a través de una mezcla de escritores independientes, activistas y podcasters. ¿Es un fenómeno de lo que hemos visto en el pasado? Se puede argumentar que estos influencers son una versión actualizada de Rush Limbaugh y otros locutores de radio.  

R. Efectivamente, no es algo nuevo. Lo que creo que es diferente es la cuota de mercado relativa de este tipo de voces. Limbaugh también tenía una gran audiencia, y había diferentes personalidades de esa época que eran tan incendiarias, si no más, que algunas de las personas que escuchamos ahora. La diferencia es que entonces teníamos un ecosistema de medios vibrante y la gente escuchaba también otras cosas.

Hoy las audiencias están muy fragmentadas y lo que ahora llamamos medios tradicionales se ha debilitado. Así que se ha abierto la puerta a este tipo de personas que no están sujetas a la ética del periodismo ni a los principios del reporterismo. Simplemente escuchan algo y siguen sus instintos. Esto entra en la conversación sobre las noticias y es peligroso para la sociedad.

P. ¿Hay algo que los periodistas podamos hacer para transmitir que lo que hacemos es diferente de lo que hacen esas voces? 

R. Tenemos que contar mejor nuestra propia historia.. La gente no sabe qué hacemos ni cómo lo hacemos. Hace poco vi la película ‘She said’ en un vuelo y me pareció genial. Una de las cosas que me resultó realmente interesante fue cómo el fallecido André Braugher, que interpretó al [director del New York Times] Dean Baquet, rechaza a las reporteras [Jodi Kantor y Meghan Twohey] como tres veces en la película. Dicen: "Tenemos una historia". Y él dice: "No tenéis una historia". Y les sigue diciendo que no y les pide que busquen más información. 

La mayoría de los estadounidenses no saben nada sobre el tipo de relación semi-antagónica que los periodistas pueden tener con sus editores. Tenemos que ser mucho mejores a la hora de contar nuestra propia historia. 

En cada historia importante que hacemos, deberíamos incluir un hipervínculo a un artículo que diga cómo se hizo. Debería poder hacer clic en esto y ver que recibí un aviso de una persona, lo que luego me llevó a presentar una solicitud de estos documentos, lo que luego me llevó a confrontar a esta persona del concejo municipal y luego a entrevistar a esta persona, a esta persona y a esta persona. Y así surgió esta historia. 

A menudo le pedimos al público que confíe en nosotros, y no deberíamos pedirles que nos brinden su confianza de forma ciega. Deberíamos ser lo más transparentes posible sobre todo lo que hay en el plato que el lector tiene delante y que está a punto de comer. Cómo lo cocinamos, cómo lo obtuvimos, todo este tipo de cosas.

P. A pesar de la destrucción que hemos visto en muchos lugares, los medios locales siguen siendo más confiables que otras fuentes, y empezamos a ver algunos brotes verdes. ¿Existe ahora un manual claro sobre cómo reconstruir las redacciones locales?

R. Lo que tenemos son efectivamente brotes verdes. Todavía no tenemos un manual, porque un manual sería más firme que el que tenemos. Tenemos ideas y corazonadas, pero eso es más de lo que teníamos hace unos años.

Yo también diría que deberíamos permitirnos entusiasmarnos con este momento. Si no fuera por toda la calamidad que nos rodea, estaríamos gritando a los cuatro vientos que éste es el momento más innovador en la historia del periodismo moderno. Un observador neutral diría que esta industria es realmente dinámica. Pero mientras tanto, lloramos mientras bebemos café. 

P. Los debates sobre la propiedad de los medios están de actualidad. Cada modelo de propiedad tiene sus limitaciones. ¿Diría que hay uno que es mejor que otros en términos de proteger la independencia editorial? 

R. Un experto en derecho electoral me dijo recientemente que no había ninguna fórmula neutral de votación [por ejemplo, la votación anticipada, la votación por correo, la votación el día de las elecciones]. Todas ellas ofrecen ventajas involuntarias a las personas que caen en una categoría u otra. Por lo tanto, hay que tener muchas formas de votar para que las ventajas de una sean anuladas por las ventajas de las otras. Entonces te acercarás todo lo posible a un campo de juego igualado. 

P. Comprendo la analogía.

R. Todos estos modelos de propiedad que tenemos son defectuosos. Todos ellos tienen deficiencias y por eso necesitamos un ecosistema de noticias diverso. Entonces las deficiencias de un modelo se compensarán con las deficiencias de otro. 

Un modelo que me intriga es la idea de un medio con una determinada cantidad de dinero que se reserva para ir generando ingresos anuales, de forma que esos ingresos se convierten en el presupuesto anual del medio. Esto requiere mucho capital por adelantado, pero me parece prometedor y tengo curiosidad al respecto.

Deberíamos permitirnos entusiasmarnos con este momento. Si no fuera por toda la calamidad que nos rodea, estaríamos gritando a los cuatro vientos que es el momento más innovador en la historia del periodismo moderno

Jelani Cobb
Decano de Periodismo de Columbia

P. En el pasado usted había estado a favor de recaudar dinero de las grandes empresas de tecnología para brindar algún tipo de apoyo al periodismo de interés público. ¿Aún cree que esto podría ser una buena idea bajo la actual administración? 

R. No creo que eso vaya a suceder con este presidente. Tampoco hubiera sucedido con la administración anterior. Los políticos se oponen abiertamente a ello o son demasiado débiles para aprobarlo. Es algo que probablemente debería suceder. Pero no creo que vaya a pasar. 

P. Pero si eso sucediera, ¿cómo definiría usted qué es un medio? ¿O cómo distribuiría los subsidios? Esas pueden ser preguntas espinosas...

R. Sí, pueden serlo. Pero esto puede basarse en la audiencia de cada medio o puede haber una asociación profesional que funcione casi como un colegio de abogados. Y si usted es un miembro con buena reputación de este grupo, lo que requeriría cumplir con ciertos estándares editoriales, entonces podría ser considerado periodista. O podría ser un sistema completamente diferente. 

Pero cuando la gente duda de que esto sea posible, siempre digo que Estados Unidos otorga un estatus libre de impuestos a las iglesias. Hay un pequeño número de iglesias fraudulentas y quienes las llevan son procesadas cuando las atrapan. Pero la inmensa mayoría de las iglesias las lideran personas que celebran servicios religiosos y bautizan bebés. Si podemos hacer esto con algo tan discutible y etéreo como la religión, deberíamos poder hacerlo con algo tan práctico y tangible como el periodismo. 

P. Podríamos estar al borde de una nueva ronda de disrupción con el auge de la IA generativa. ¿Cómo deberían los periodistas abordar este momento? 

R. Los medios que han cerrado acuerdos con empresas de IA no han logrado grandes sumas, pero es mejor que nada y son ingresos en un momento difícil. No sé si eso elimina los problemas con los derechos de autor. No sé si llegaremos a una posición equitativa en la que no tengamos sistemas de inteligencia artificial que plagien nuestras historias y difundan versiones similares. 

Sin embargo, este es un período dinámico y, por disposición, yo estoy orientado hacia las posibilidades. Apenas estamos empezando a arañar la superficie sobre cuáles son esas posibilidades. Espero que la IA nos libere para hacer otro tipo de cosas. 

P. Como docente de periodismo, ¿qué escucha de sus alumnos en términos de sus miedos o ansiedades sobre este momento? 

R. Las ansiedades de mis alumnos tienen que ver con cosas que cualquiera puede imaginar: ¿conseguirán un trabajo? ¿Podrán tener una carrera gratificante? Pero en general, les entusiasma el periodismo. Realmente aman el periodismo. Quieren seguir historias. Quieren descubrir cosas que no sabían. 

P. ¿Qué les dice sobre cómo afrontar esos miedos?

R. Estamos en un período de transición. Estamos en un punto donde hay menos estabilidad de la que ha habido nunca en la historia reciente. Al mismo tiempo, nuestro trabajo nunca ha sido más importante. Así que estamos haciendo este trabajo mientras trabajamos febrilmente en las estrategias que nos permitirán recuperar la estabilidad y, con suerte, la rentabilidad, de una manera que podamos asegurar el futuro de esta profesión. 

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