Lecciones de la cobertura de la pandemia para el periodismo sobre la crisis climática
A comienzos de enero de 2020, la BBC informó de un nuevo “virus misterioso” en Wuhan, China. Desde entonces, los medios de todo el mundo han aprendido importantes lecciones de la cobertura del COVID-19, que pueden ser valiosas para determinar cómo cubren la crisis climática.
Jamás en la historia del periodismo moderno ha habido un tema científico (la historia de una nueva pandemia, su prevención y su tratamiento) que dominara tanto tiempo la agenda informativa como lo viene haciendo el coronavirus. Cuando consulté a periodistas de ciencia por algún precedente, unos mencionaron la carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos. Sin embargo, si bien estos episodios lograron una enorme atención mediática, no conquistaron la agenda informativa mundial como el COVID-19, y su efectos en la vida cotidiana no se pueden comparar con los que causa la pandemia.
“Los últimos 18 meses han implicado un cambio radical para nuestra redacción”, dice Sven Stockrahm, editor de ciencia del medio alemán Zeit Online. “Por supuesto, nuestra carga laboral ha sido abrumadora, pero nos encanta ver que ahora resulta normal consultar a la sección de ciencia antes de publicar una noticia sobre COVID-19”. Este grado de colaboración interdisciplinar con los periodistas de ciencia es un fenómeno nuevo y puede ser un modelo para la forma en que los medios cubren la crisis climática.
En estos días, las noticias sobre la crisis climática provienen primordialmente de las secciones de ciencia, política o economía. Sin embargo, algunos medios ya comprenden que se trata de algo más que un simple asunto que cubrir porque plantea preguntas urgentes que afectan a toda la sociedad. A partir de esta realidad, el tratamiento periodístico del cambio climático debe involucrar a todas las secciones, incluyendo a reporteros de cultura, finanzas, bienes raíces, estilo de vida, moda, salud y deportes.
Cuando el periodismo deportivo aborda los aspectos financieros de un equipo, una transferencia o un torneo, nadie se sorprende al ver a “reporteros de economía en la sección deportiva”. El periodismo climático tiene que integrarse del mismo modo en toda la redacción.
“No estamos aprendiendo las enseñanzas que nos deja la pandemia, donde tenemos una crisis global y toda la redacción se moviliza para cubrirla”, dijo Emily Atkin, reportera de medio ambiente y editora del boletín Heated, en una reciente entrevista con el periodista Brian Stelter en la CNN. “Entendemos que algo así se infiltra en todos los ámbitos de nuestra vida —continuó—. Hoy no hay excusa para un periodista que no entienda la ciencia básica del COVID-19. ¿Por qué no sucede lo mismo con el cambio climático? Todos deben ser reporteros del clima. Y si ahora no lo eres, ya lo serás”.
¿Cuáles son las otras potenciales lecciones de la cobertura pandémica para abordar la crisis climática?
Para que el periodismo sobre COVID-19 sea eficaz, tanto lectores como televidentes y oyentes deben conocer métricas y datos científicos básicos de la pandemia: ¿Cómo ocurre el contagio por aerosoles? ¿Qué es una tasa de vacunación nacional? ¿Qué significan las actualizaciones periódicas del factor R0 y de las “tasas de incidencia en siete días”?
Los medios han establecido al menos algunos de esos datos y métricas en apenas unos meses. Lo lograron mediante la reiteración, con recuadros explicativos fácilmente visibles en los textos y módulos informativos destacados en sus sitios web. La pandemia también ha generado excelente periodismo interactivo para explicar los hechos fundamentales del COVID-19 y su transmisión.
Explicar lo más básico
Para informar más eficazmente sobre la crisis climática, los medios también dependen de que sus audiencias adquieran conocimientos básicos.
Aprender del periodismo sobre el COVID-19 puede significar que los medios elijan sólo un pequeño conjunto de métricas clave sobre la crisis climática y las soluciones emergentes. Por ejemplo, el valor global de las partes por millón de dióxido de carbono (CO2 ppm) o el porcentaje de renovables que tiene el total de energías en cada país. Y luego repetir, explicar y actualizar regularmente la información. Bloomberg Green ya experimenta incorporando en sus textos un conjunto de datos sobre el clima. The Guardian publica los niveles globales de dióxido de carbono en sus previsiones meteorológicas.
Los conocimientos sobre el clima que van incorporando las audiencias pueden verificarse con encuestas o de manera menos intrusiva con cuestionarios como los que proponen el Financial Times, el Washington Post o, en un nivel local, WBUR, la radio pública de Boston.
Otras potenciales lecciones del trabajo pandémico que sirven para cubrir el cambio climático son más tangenciales: en los últimos 18 meses, los periodistas han ganado una valiosa experiencia informando sobre las relaciones a menudo conflictivas entre los gobiernos y sus propios asesores científicos, y también sobre las disputas públicas entre reputados científicos.
Esa experiencia profesional debería ser valiosa ahora que el cambio climático se transforma en un asunto clave de ciertas campañas electorales nacionales y que el Green New Deal [o nuevo pacto verde] impulsa debates en Estados Unidos y en Europa.
Cuando se le preguntó al editor alemán Stockrahm qué otros cambios esperaría para su medio tras un año y medio de cobertura pandémica, mencionó un mayor reconocimiento del hecho de que cuestionar a la ciencia es parte esencial de la ciencia misma: “Demandar respuestas definitivas de parte de científicos y periodistas de ciencia es no comprender la ciencia”. De todos modos, apreciar los desacuerdos científicos no debe confundirse con una desestimación de la ciencia. El análisis de unos 100.000 artículos sobre cambio climático, publicados en inglés en medios digitales e impresos, ha demostrado que los periodistas a menudo subestiman el grado de acuerdo científico que hay sobre el cambio climático y sus causas de origen humano.
La cuestión en EEUU
Estudios internacionales del Pew Research Center, el Instituto Reuters y las Naciones Unidas muestran amplio reconocimiento público de los riesgos que ocasiona el calentamiento global. Esto sucede en la mayoría de los países. Pero Estados Unidos suele aparecer por debajo del Reino Unido, Francia o Alemania. En un sondeo que realizó el Instituto Reuters en 2020, un 56% de los encuestados en EEUU dijeron que el cambio climático es muy serio o extremadamente serio. En un sondeo de Pew en 2019, un 62% de los encuestados en EEUU dijeron que el cambio climático global representa una gran amenaza. Y en un sondeo de la ONU a principios de este año, el porcentaje de quienes apreciaban la emergencia climática se situó en un 65% en EEUU frente al 81% del Reino Unido e Italia y al 77% de Francia y Alemania.
Sin embargo, los periodistas no necesariamente deben segmentar sus audiencias entre una mayoría que reconoce el cambio climático y una minoría que no.
Los psicólogos Anna Klas y Edward J.R. Clarke sugieren un enfoque matizado. Para comunicar sobre el cambio climático, ambos recomiendan considerar creencias, valores, identidades e ideologías políticas de seis grupos diferentes: los alarmados, los preocupados, los cautelosos, los indiferentes, los dudosos y los desdeñosos. El programa de comunicación sobre cambio climático de la Universidad de Yale denomina a estos conjuntos “Los seis Estados Unidos del calentamiento global”. (Puedes hacer el test para conocer dónde te ubicarías).
El científico medioambiental Dana Nuccitelli ha identificado cinco etapas similares en las que se desarrolla la negación rotunda del COVID-19 y de la ciencia del clima. Esta es su tabla:
Otra similitud instructiva es que ambas crisis se viven sobre todo a nivel local, pero únicamente pueden superarse de manera global. No sólo se conectan a partir de la pérdida de biodiversidad y de hábitats animales (lo cual conduce a un aumento de las enfermedades zoonóticas): ambas crisis también revelan injusticias globales y desigualdades entre países ricos y pobres.
Qué métricas importan
Los paralelismos entre la cobertura de la pandemia y la del cambio climático, no obstante, tienen sus límites. La diferencia más obvia es que los riesgos climáticos y los cambios que debemos hacer para enfrentarlos son mucho más grandes que los del COVID-19.
Otra diferencia clave es el horizonte temporal de cada fenómeno. Un día podremos recordar al coronavirus como un reto superado. En el caso de la crisis climática, se asume que la humanidad aún cuenta con una posibilidad de estabilizar el clima, pero nadie que esté vivo hoy verá el final de los desafíos planteados por los gases de efecto invernadero de origen humano ya emitidos a la atmósfera. Para los periodistas, se trata de una realidad difícil de transmitir.
Susan Hassol, experta en la comunicación del cambio climático, y Michael Mann, climatólogo y exitoso autor, advirtieron en 2017 que los escenarios de catástrofe son tan perjudiciales como la negación total del cambio climático porque pueden provocar el desinterés de lectores y espectadores. A cambio, el Centro de Comunicaciones Medioambientales de Yale recomienda cubrir rigurosamente los retos de la crisis climática y al mismo tiempo plantear soluciones creíbles.
Especialmente durante los primeros meses y en países con disponibilidad de vacunas y mascarillas, había una lista de prácticas que todos podían hacer para contener la pandemia: usar mascarillas, lavarse las manos, mantener distancia y, finalmente, vacunarse. La crisis sanitaria también tuvo sus héroes iniciales: los trabajadores de la salud, en torno a los cuales cada país pudo experimentar importantes momentos de reconocimiento y reflexión.
La crisis climática carece de este tipo de comportamientos y gestos colectivos. En comparación con los datos comúnmente utilizados en la pandemia, como la cantidad de personas testeadas, contagiadas, hospitalizadas o vacunadas, en la mayoría de los medios aún falta un conjunto análogo de métricas relevantes establecidas para cubrir el cambio climático. Disponer de ello y de medidas clave para paliar la crisis podría brindar a los lectores un contexto muy necesario y les permitiría seguir el desarrollo de una historia.
Intereses muy poderosos
Frente a quienes niegan la ciencia climática y frente al llamado “catastrofismo” o a la desinformación dirigida hacia la práctica periodística, los medios también deben tener en cuenta que los intereses creados por la industria para socavar la ciencia climática y demorar las acciones de mitigación son mucho más grandes que los que combaten medidas contra el coronavirus.
Para los medios que desean llegar a las audiencias jóvenes, el COVID-19 y la crisis climática tienen perfiles de riesgo prácticamente opuestos en cuanto a cómo afectan a los diferentes grupos de edad: mientras que los adultos mayores corren un riesgo mucho más elevado con el coronavirus, los jóvenes se enfrentan a retos y potenciales dificultades mucho mayores debido al cambio climático en lo que les queda de vida.
Estas diferencias y el horizonte temporal de ambas crisis pueden ser los motivos por los cuales la mayoría de los gobiernos han sido mucho más receptivos a la pandemia que a la crisis climática. En ciclos electorales típicos de cuatro o cinco años, muchos políticos siguen tratando a la crisis climática como algo de lo que deberán ocuparse otros en el futuro. En cambio, si no abordaran la pandemia inmediatamente perjudicarían sus posibilidades electorales.
David Holmes y la doctora Lucy Richardson, de la Universidad de Monash, en Australia, son destacados expertos y editores de una flamante investigación sobre la comunicación del cambio climático. Ambos han señalado que, si bien muchos políticos se identifican con los lobbies del negacionismo climático y no confían en la ciencia, a menudo sí confían en la profesión médica porque se halla vinculada a esa importante infraestructura que conocemos como “el sistema sanitario”. Desde el punto de vista de las estrategias de audiencias en el periodismo, la potente resonancia de los temas sobre salud podría favorecer la difusión de la crisis climática con más fuerza, ya que se trata de un enorme desafío sanitario.
Los periodistas, en general, deberían sentirse motivados por un hallazgo del Digital News Report 2021: en este último año y debido a la cobertura de la pandemia (un asunto muy complejo y a menudo aterrador), la confianza en las noticias ha aumentado en promedio seis puntos porcentuales en todo el mundo, lo cual permite volver a los niveles de 2018.
Los medios difícilmente dispondrán de un camino más directo para ser relevantes a ojos del público joven que este: empezar a cubrir la crisis climática al menos de forma tan intensa como cubrieron el COVID-19.
Este artículo se publicó primero en inglés en el Nieman Lab y fue traducido por Abel Escudero Zadrayec. Wolfgang Blau es actualmente Visiting Research Fellow del Instituto Reuters y su objeto de estudio es la intersección del periodismo y la crisis climática. Antes trabajó en Condé Nast, donde fue COO global y presidente de la operación internacional.