La inestabilidad política, las protestas y la polarización son las mayores amenazas para la libertad de prensa y los periodistas, en un año que terminó con un fallido golpe de Estado a cargo del expresidente Pedro Castillo.

Parece que la agitación en el Perú nunca cesa. Un año después de unas elecciones extremadamente reñidas, el Congreso (controlado por la oposición) intentó en repetidas ocasiones destituir al presidente Castillo y terminar con su administración. No faltaron oportunidades: el Gobierno era inexperto, en gran medida inepto y plagado de corrupción.¹

En diciembre de 2022, mientras se preparaba el tercer intento de destitución, Castillo respondió con un “autogolpe”. En un discurso televisado, que recordó al modo en que Alberto Fujimori disolvió el Congreso en 1992, el presidente dijo que iba a establecer un Gobierno de emergencia, reorganizar el Poder Judicial y hacer una convocatoria para redactar una nueva Constitución. El autogolpe de Fujimori llevó a una década de dictadura, pero el de Castillo (sin el apoyo de los militares) fracasó. Esa misma tarde, el Congreso lo destituyó y acabó encarcelado. Quedó en el cargo la vicepresidenta Dina Ercilia Boluarte Zegarra, que se transformó en la primera mujer al mando en 200 años de gobiernos republicanos en el Perú.

Si bien la transición fue ordenada y siguió los procesos constitucionales, su brusquedad impulsó a los partidarios de Castillo y a los críticos del Congreso a protestar en las calles para exigir elecciones generales. En el momento de cerrar este informe, 59 personas habían muerto como consecuencia de las acciones de la policía o del Ejército. Y más de un centenar de policías resultaron heridos. Varias investigaciones independientes, entre ellas las de la prensa extranjera, descubrieron que la policía y el Ejército habían recurrido a un uso excesivo de la fuerza. Una de las herramientas más útiles para las pesquisas fue la disponibilidad de videos que los manifestantes filmaron con sus teléfonos y subieron o transmitieron mediante las redes sociales.

En su Índice de democracia 2022, The Economist rebajó la categoría del Perú: pasó de ser una “democracia deficiente” a un “régimen híbrido (autoritario)”, citando un “entorno político cada vez más inestable”.²

Los principales medios, en su mayoría opuestos al Gobierno de Castillo, apoyaron la gestión de Boluarte, que se alejó de la izquierda y se alineó con partidos conservadores en busca de proteger los mercados y preservar el modelo económico que ha sido el statu quo durante las últimas dos décadas.

La pandemia golpeó mucho al Perú, y la lentitud de la recuperación económica preocupa a las empresas de medios. El gasto publicitario fue del 0,23% del PIB, muy por debajo de los niveles de 2017 (0,31%). La televisión aún acapara la mayor parte, pero se verifica una tendencia constante a la baja: del 45,8% en 2018 al 38,3% en 2022.³

Existen otras razones para preocuparse: en particular, el descenso general de las audiencias que consumen noticias. Todas las fuentes más importantes (online, TV, prensa escrita y redes sociales) registraron caídas de entre el 4% y el 7%. Dos periódicos más afectados que la mayoría son el influyente tabloide político Perú21 y el diario más antiguo, El Comercio: perdieron 4% y 5% en los productos impresos, respectivamente, y 5% y 7% en el ámbito digital. Esta tendencia podría explicar por qué el Grupo El Comercio (propietario del 80% de los medios impresos del país) vendió Perú21 a su directora periodística, Cecilia Valenzuela Valencia.

Las publicaciones nativas digitales, que venían ganando terreno en los últimos años, parecen haberse estancado o incluso perdido público. Cabe mencionar dos excepciones: Willax TV y Exitosa mantuvieron su audiencia con respecto al año pasado (20%). Estas propuestas proceden de los extremos del espectro político: Willax es un canal de derechas acusado de emitir noticias falsas durante los disturbios posteriores al autogolpe, en tanto que Exitosa produce radio y televisión inclinada a un populismo de izquierdas.

Infobae.com, uno de los sitios periodísticos en español más visitados del mundo, formalizó su presencia en el país con su adhesión al Consejo de la Prensa Peruana. Este año, el medio entra por primera vez en nuestro informe: el 8% de los encuestados dice haberlo visitado.

2022 también fue el “peor del siglo” para los reporteros peruanos, según el informe anual de la Asociación Nacional de Periodistas: registró un total de 303 incidentes involucrando a colegas.⁴ Los más comunes son amenazas y acoso (36%) y agresiones verbales y físicas (34%), pero también crecen las demandas judiciales como método intimidatorio (9%) y los bloqueos para acceder a la información pública (9%). Periodistas independientes digitales se llevan la peor parte de las agresiones (43%), seguidos por los reporteros de TV (32%). Esto no sorprende: el 71% de los encuestados afirman que “muy a menudo o bastante a menudo” ven o escuchan críticas a periodistas.

Lourdes M. Cueva Chacón
San Diego State University

Ha disminuido la confianza general en las noticias (33%). Lo mismo ocurre con las marcas individuales, y las estatales registran algunas de caídas más pronunciadas. El porcentaje de gente que desconfía de los medios es más alto que en muchos otros países, lo que indica un alto grado de polarización en el sector.

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