En principio, se supone que los medios públicos deben servir a toda la gente. Tal y como establece la misión de la BBC, el propósito de la mayor organización de medios públicos del Reino Unido es “actuar en pos del interés público, servir a todas las audiencias con la provisión de una producción imparcial, de alta calidad y distintiva y con servicios que informen, eduquen y entretengan”.
Los medios públicos continúan siendo objeto de escrutinio crítico y escepticismo, ya sea por parte de competidores privados, de políticos o de las audiencias. Y allí donde existen, suelen ser también, con diferencia, la mayor intervención gubernamental directa en el mercado de medios. En el Reino Unido, por ejemplo, el regulador oficial Ofcom calcula que los canales financiados con fondos públicos suponen algo más del 10% de los ingresos totales del sector televisivo, incluyendo el movimiento audiovisual online. En 2013 representaban el 25%).1
Sin embargo, incluso cuando la misión de servicio público está acompañada de una significativa financiación pública, llegar a todas las audiencias y servir a todo el mundo es una tarea complicada. Nuestros datos pueden arrojar cierta luz sobre esto, al documentar qué importancia le otorgan los ciudadanos a los medios públicos, tanto para ellos personalmente como para la sociedad. Es un aspecto relevante de la “conexión pública” en la que se apoyan estas organizaciones, y una parte clave de la legitimidad política en la que se sostienen. Se trata de juicios subjetivos, y no de una evaluación objetiva de lo bien que cumplen su cometido o de cuánto valor público generan, pero sigue siendo importante comprenderlos en sí mismos.
¿La gente considera que los medios públicos son importantes?
Como parte de nuestro Digital News Report 2023, hemos recabado datos de encuestas online al respecto, entre quienes viven en países donde hay medios públicos que se consideran relativamente independientes del Gobierno, en general.
A continuación, mostramos el resultado de la opinión pública en general: la cantidad que dice que los medios públicos son muy o bastante importantes menos la cantidad de quienes los consideran bastante poco o muy poco importantes. (El porcentaje que respondió “ni importante ni sin importancia” o “no sé” se indica junto a la barra de cada país).
En alrededor del 80% de los lugares analizados, la mayoría afirma que los medios públicos son importantes para la sociedad, y en 19 países hay más gente que dice que son importantes para la sociedad que la que opina lo contrario. En más de la mitad de estos mercados, la mayoría de los encuestados también sostienen que los medios públicos son importantes para ellos personalmente, y en 18 de los 19 países son más quienes dicen que son importantes para ellos personalmente que los que opinan lo contrario (en Japón, estas últimas cifras son iguales).
Las opiniones sobre la importancia de los medios públicos para uno personalmente y para la sociedad están estrechamente relacionadas. Sin embargo, en casi todos los países estudiados, una proporción significativamente mayor afirma que los medios públicos son importantes para la sociedad que el porcentaje que los declara importantes para ellos personalmente. Parece que a menudo se nota más el valor público que el privado: algunos ven que los medios públicos son buenos para otra gente, aunque a nivel personal no dependan tanto de este servicio. Pero también está claro que es muy pequeña la cantidad de encuestados la que cree que los medios públicos son importantes para los demás pero no para sí mismos.
¿Quiénes consideran que los medios públicos son importantes?
Los datos que hemos recogido también nos permiten examinar quiénes consideran que los medios públicos son importantes y también, observando una muestra de distintos países, las relaciones entre la percepción de la gente sobre la importancia y otros factores, como su experiencia al consumir noticias de medios públicos, su contexto social o su orientación política, y su uso de otras fuentes informativas.
En primer lugar, tomemos el uso de los medios públicos: todos los tipos de contenidos periodísticos constituyen lo que los economistas denominan “bienes de experiencia”; es decir, productos cuyo valor y calidad sólo pueden determinarse tras consumirlos. Esto implica que quienes consumen noticias de los medios públicos (especialmente aquellos que lo hacen con regularidad) pueden tener una perspectiva distinta de quienes no lo hacen.
Y, de hecho, es lo que hallamos. Las diferencias son claras y sorprendentes al comparar tres grupos: quienes dicen que no han utilizado el principal medio público de su país en la última semana; quienes dicen que lo han utilizado una o dos veces, y quienes dicen que lo han utilizado tres veces o más.
No es sólo que quienes consumen los medios públicos tienen más probabilidades de decir que son servicios importantes para ellos personalmente (esto tiene sentido, y la causalidad puede ir en ambos sentidos); también sucede que los usuarios (en particular, los frecuentes) son mucho más propensos a considerarlos importantes para la sociedad, en parte, tal vez, por el contenido que ven. Estos hallazgos indican claramente que la amplitud del alcance de los medios públicos y la frecuencia de consumo son factores relevantes que impulsan la experiencia y la percepción de la gente tanto de su importancia en lo personal como en lo social y, potencialmente, por extensión, también su legitimidad política.
Se trata de una revelación clave, porque reconocer la relación entre la experiencia de la gente al usar los medios públicos y la percepción sobre su importancia social ayuda a comprender otros factores que pueden influir en las opiniones: por ejemplo, su edad, su nivel de educación o su orientación política.
A primera vista, los datos marcarían, por ejemplo, que los más jóvenes, la gente con menor nivel de educación formal y quienes se sitúan políticamente a la derecha son menos propensos que los demás a pensar que los medios públicos son importantes para la sociedad. ¿Se mantienen estas correlaciones cuando se considera también el uso? Sólo algunas, según el análisis estadístico.
La edad, por ejemplo, no es una variable significativa cuando se analiza en función del uso, mientras que el nivel de educación y la orientación política mantienen su relevancia. Esto implica que la menor importancia percibida sobre los medios públicos entre los más jóvenes probablemente no tenga nada que ver con la edad per se, sino más bien con el hecho de que muchos han crecido prefiriendo los medios digitales, los móviles y las plataformas, de modo que cuentan con poca o nula experiencia en el uso de estos servicios. Los jóvenes que sí los consumen no son menos propensos a considerarlos importantes que los grupos de edad mayores. Esto enfatiza que para la legitimidad a largo plazo de los medios públicos es fundamental llegar a los jóvenes y servirlos mejor.
Por el contrario, la educación sí se sostiene como un factor importante para predecir la percepción de la gente sobre los medios públicos, incluso teniendo en cuenta la frecuencia de uso. Las personas con mayor nivel educativo son más propensas a pensar que los medios públicos son importantes para la sociedad. No está claro cuál es el mecanismo causal subyacente, pero considerando el debate en torno a la relativa falta de diversidad en estos servicios (también en términos de clase), es posible que los sectores menos privilegiados de las audiencias tengan a su vez menos probabilidades de verse reflejados, representados y respetados por los medios públicos que los profesionales de cuello blanco con títulos universitarios. (Es probable que existan dinámicas similares alrededor de la falta de diversidad y de representación cuando se trata, por ejemplo, de etnia y religión, pero no contamos con datos suficientemente detallados ni el tamaño de la muestra alcanza para abordar esta cuestión).
Por último, la orientación política también sigue siendo un elemento predictivo, incluso tomando la frecuencia de uso. Quienes se ubican en la izquierda son más propensos a decir que los medios públicos son importantes para la sociedad que quienes están en el centro, en la derecha o más desvinculados políticamente. Varios factores pueden contribuir a ello. Una posibilidad es la convicción ideológica, ya que la gente de derechas tiende a ver menos positivamente la intervención del gobierno en cualquier mercado, incluyendo el mediático. Otra es la confianza variable: en muchos países, quienes se definen como de izquierdas confían más en los medios públicos que el resto. Las señales de las élites también pueden tener su rol, dado que los políticos de derechas suelen atacar a los medios públicos y sus seguidores pueden imitarlos.
Este tipo de análisis estadístico más detallado resulta útil para disipar la idea de que la edad en sí misma importa, y para confirmar que otros factores sociales y políticos, como la educación y la orientación política, desempeñan su papel. También permite constatar que el uso (la experiencia personal con los medios públicos) es el factor más potente y consistente para predecir si la gente cree que estos servicios periodísticos son importantes para la sociedad.
¿Qué vínculo hay entre la percepción de la importancia del servicio público y el uso de otros medios?
Otra cuestión que nuestros datos pueden ayudar a esclarecer es la relación entre los servicios públicos de información y los competidores del sector privado. Los medios con ánimo de lucro a menudo temen que los proveedores públicos los desplacen del mercado, mientras que los medios públicos suelen sostener que sus servicios contribuyen a lo que a veces se denomina “condicionamiento de los mercados”, incrementado la demanda por estímulo del interés y funcionando como puerta de entrada a otros proveedores. Hasta donde sabemos, ninguna investigación académica revisada por pares ha hallado sostén para tal efecto de desplazamiento cuando se trata de noticias (Sehl y otros, 2020). No obstante, sigue siendo una preocupación suficientemente real (y se proclama con suficiente potencia), de modo que merece una permanente atención.
Una forma de arrojar más luz sobre esta cuestión es considerar la relación entre la percepción de la importancia de los medios públicos para la sociedad y el uso que se da a otras fuentes de noticias, en concreto a las ofertas offline y online de los periódicos, que a menudo son los más preocupados por ser desplazados. Analizando otra vez un subconjunto de mercados cubiertos, se ve consistentemente que quienes piensan que los medios públicos son importantes para la sociedad también son levemente más propensos a consumir una marca de periódico offline u online. Parece que esa sensación de antagonismo directo y suma cero entre la prestación privada y el servicio público, expresada por algunos editoriales de periódicos, no es una opinión compartida por muchos de sus propios lectores. Por el contrario, creer en la importancia de los medios públicos parece ir de la mano con los lectores de periódicos.
La amplitud del alcance de los medios públicos es esencial para la percepción de su importancia
En resumen, el análisis más detallado sobre si los encuestados consideran que los medios públicos son importantes para ellos personalmente y/o para la sociedad, y en qué medida, demuestra que la experiencia de utilizar estos servicios es, con diferencia, el factor más influyente en la valoración que se hace de su importancia. Cuando tenemos en cuenta el uso, otros factores como la edad dejan de ser estadísticamente significativos, y los factores que sí lo son (incluyendo el nivel educativo y la orientación política) de todos modos tienen menos relevancia que el consumo. Las personas con niveles limitados de educación formal y las de derechas (o las desconectadas políticamente) también tienden a valorar el servicio si lo utilizan. Y en todos los grupos, creer en la importancia de los medios públicos suele ir de la mano del consumo de otras fuentes informativas: en nuestro análisis, las marcas de periódicos (offline y online).
Estos hallazgos tienen importantes implicaciones estratégicas. Si los medios públicos, al menos en parte, basan su legitimidad política en la experiencia de la gente y la valoración que ella hace de su importancia, entonces se torna más relevante convencer a los grupos de edad jóvenes, a las personas con bajo nivel de educación formal y a las de derechas o las políticamente desvinculadas. Y lo que puede motivar su cambio de opinión es justamente la experiencia de utilizar los medios públicos. Por el contrario, probablemente el apoyo de las audiencias resultará aún más erosionado si se estrecha el campo de acción de los medios públicos debido a un “fallo de mercado” (limitándolos a tareas específicas que suelen atraer poca atención) u otros incentivos y formas de gobernanza que los orienten a atender principalmente las necesidades e intereses de la gente de más edad y alto nivel educativo y de quienes se sitúan en la izquierda política.