El agudo deterioro de las relaciones entre los medios y el Gobierno (que es encabezado por un presidente de izquierdas por primera vez) ha hecho saltar las alarmas vinculadas a la libertad de expresión. Sin embargo, las frecuentes agresiones a reporteros y a publicaciones tal vez generaron un aumento de la confianza en algunos grupos, al recordarles la importancia del periodismo que controla al poder.

Gustavo Petro, el primer mandatario izquierdista de la historia colombiana, llegó al poder en 2022 y ha atacado repetidamente a la prensa, publicando o compartiendo decenas de tuits con críticas a la cobertura que recibe su gestión. Ha planteado correcciones y acusaciones de falta de transparencia, apuntando a periódicos como El Colombiano, El País y El Tiempo, a emisoras de radio, a revistas online y a nativos digitales. Sus líneas de ataque son diversas: ha criticado o se ha burlado de conocidos reporteros en torno a temas como los diálogos de paz con grupos ilegales, la política energética, la reforma sanitaria e incluso denuncias de acoso sexual.

Colombia es un país donde las agresiones a periodistas tienen un contexto complejo. Durante años, los reporteros han padecido intimidación y violencia de parte de rebeldes y paramilitares. La Fundación para la Libertad de Prensa señaló las posibles consecuencias de las agresiones presidenciales sobre la independencia del periodismo, y le reclamó “abstenerse de emitir cualquier mensaje que la ciudadanía pueda interpretar como permisivo frente a la violencia contra la prensa”. En 2022 se denunciaron 218 amenazas: es la cifra más alta de los últimos 15 años. Y dos periodistas fueron asesinados.

Petro, cuyo programa de “paz total” pretende acabar con la corrupción endémica y los enfrentamientos entre facciones, quedó envuelto en un escándalo a raíz de una investigación de la influyente revista Semana. Se afirma que su hijo Nicolás recibió dinero de dos ex-narcotraficantes para la campaña presidencial. El hermano del mandatario, Juan Fernando Petro Urrego, está acusado de tener conexiones con grupos que supuestamente recibieron fondos del Gobierno que debían destinarse a persuadir a milicianos para que se entregaran a la justicia. Las pesquisas están en proceso.

En cierta medida, la combinación de ataques y escándalos ha contribuido a unir a los medios en su papel de vigilancia y control del Gobierno. Esta creciente confianza de la prensa en sí misma puede ser una de las razones por las que tanto las marcas tradicionales como las nativas digitales han visto aumentar sus puntuaciones de fiabilidad. 

Algunos medios han adoptado una posición abiertamente partidista contra el gobierno, especialmente aquellos que cuentan con el respaldo de corporaciones y facciones políticas preocupadas por un presidente de izquierdas. El multimillonario banquero Jaime Gilinski compró, a través de su grupo empresarial, el diario regional El País, con sede en Cali, que ha estado en el centro de las protestas que paralizaron el sur del país. Si el periódico adquiriera un tono más antigubernamental, podría marcar una tendencia hacia una mayor polarización mediática. Es posible que otros conglomerados poderosos se interesen en publicaciones locales que han quedado debilitadas tras la pandemia.

A pesar del tumultuoso panorama político, las cifras globales de consumo online y offline cayeron en comparación con el año pasado y con los picos de pandemia. ElTiempo.com, el sitio web de pago que pertenece a uno de los dos periódicos nacionales, continúa al frente del consumo semanal de noticias online (29%), mientras que en segundo lugar marcha Noticias.CaracolTV.com, el brazo digital de la cadena privada Caracol (23%). Un factor que ayuda a explicar la caída del consumo informativo es el declive de Facebook como plataforma de acceso a las noticias: cada vez menos gente la utiliza, en parte debido al auge de redes como TikTok, que tiene popularidad entre los jóvenes pero no es un motor tan potente de tráfico para los medios.

Además, influyen la evasión de las noticias (41%) y la polarización. Los encuestados dicen que evitan determinados temas (36%) y que consultan con menos frecuencia las fuentes informativas (25%). Cuatro de cada diez que evitan activamente las noticias lo hacen por los contenidos de política nacional y tres de cada diez eluden consumir publicaciones sobre delitos y la guerra en Ucrania.

Los grandes canales informativos en abierto mantienen enorme influencia en Colombia. Caracol (del grupo privado Valorem) y RCN (de la Organización Ardila Lülle) son las mayores fuentes de noticias offline, aunque ambas sufrieron caídas.

La alta inflación, el elevado desempleo y las difíciles condiciones económicas han provocado el cierre de varias empresas pequeñas; hasta ahora, no parecen haber provocado una merma en las suscripciones digitales, que son pocas pero están creciendo: el 14% de nuestros encuestados dice pagar, lo que representa 2 puntos porcentuales más que el año pasado. El Tiempo y El Espectador recurren a la inteligencia artificial y otras tecnologías en la búsqueda de convertir a usuarios en suscriptores.

Víctor García-Perdomo
Profesor y director del doctorado en Comunicación, Universidad de La Sabana, Bogotá, Colombia

Medios cambiantes

Tanto la TV como la prensa escrita van perdiendo alcance: los colombianos de nuestra muestra (principalmente urbana) obtienen sus noticias en el ámbito online con más frecuencia, incluyendo las redes sociales. TikTok experimentó un gran aumento por segundo año consecutivo, como parte de una tendencia generalizada entre la juventud sudamericana.

La confianza en las noticias (35%) sigue baja según estándares globales, posiblemente debido a la preocupación que generan la polarización política y la difusión de desinformación. Algunos medios han mejorado sus puntuaciones de fiabilidad en el último año, tal vez como recompensa a su perseverancia frente a los ataques del presidente. Las marcas que mayor aumento registran este año son NoticiasUno (71%) y NotiCentro 1 CM& (63%).