La confianza en las noticias en América Latina: ¿la misma historia de siempre?
Este texto se publicó por primera vez en inglés en este enlace de la London School of Economics. Sus autores son investigadores del Trust in News Project del Instituto Reuters, cuyo primer informe puedes leer aquí.
Los bajos niveles de confianza en los medios informativos han sido motivo de preocupación en muchas democracias, puesto que los medios pueden ayudar a los ciudadanos a mantenerse informados, motivar la participación e interés en la política y servir como guardianes contra los abusos de poder. Sin embargo, el primer informe del Trust in News Project demuestra que la confianza en las noticias se ha estado erosionando alrededor del mundo. Democracias en el norte global – y particularmente aquellas donde la confianza en las noticias solía ser la más alta – experimentan ahora niveles en declive.
Sin embargo, América Latina es una región bastante especial. A lo largo de la historia, sus países han lidiado con la corrupción y la inestabilidad política, con un ecosistema de medios a menudo criticado por la concentración de los medios en pocas manos, por el clientelismo político y por el fracaso recurrente a la hora de representar la diversidad. ¿Cómo evolucionan los niveles de confianza en las noticias en este tipo de contexto, donde generar confianza en las instituciones ha sido un reto desde hace mucho tiempo?
Para contestar esta pregunta, analizamos la confianza en las noticias en Argentina, Brasil, Chile y México, y las comparamos con las tendencias globales. A partir de datos de encuestas realizadas por internet para el Digital News Report (DNR) entre 2017 y 2020, podemos examinar cómo personas en cada uno de estos países evalúan su confianza en las noticias en general, así como su confianza en las noticias que ellos mismos consumen.
¿Los latinoamericanos confían en las noticias? El panorama de medios informativos en América Latina se caracteriza por su heterogeneidad, con prácticas de recolección de noticias y valores profesionales diferentes en distintos puntos de la región. Además, la confianza en las noticias es un fenómeno complejo y que depende del contexto, que puede ser moldeado por una variedad de factores, que en ocasiones están relacionados con el periodismo y a veces no tienen nada que ver con él. Por tanto, resulta poco sorprendente que los niveles de confianza en las noticias en general durante los tres años analizados no exhiben un patrón regional claro o consistente.
Aunque los cuatro países alcanzaron niveles de confianza en las noticias en general más bajos en 2020 que en 2017, tuvieron trayectorias diferentes. En línea con la tendencia global, Argentina y especialmente Chile sufrieron disminuciones sostenidas en la confianza a lo largo del periodo de tres años. El porcentaje de la población que decía “confiar en la mayoría de las noticias la mayoría del tiempo” se redujo un total de ocho y 22 puntos respectivamente, colocando a ambos países por debajo del promedio mundial, ya de por sí bajo, con un 38% en 2020. En contraste, la confianza en las noticias en general fluctuó en Brasil y México, con Brasil sufriendo una caída significativa (11 puntos) seguida por un aumento muy leve (3 puntos), mientras que México experimentó un ligero aumento seguido por una baja importante en 2020 (11 puntos).
Caídas grandes en la confianza en las noticias como las que se documentaron entre 2019 y 2020 en Chile y México a menudo están vinculadas al contexto sociopolítico general. Por tanto, el malestar social significativo durante este período – protestas masivas en el caso de Chile y preocupación generalizada por el crimen organizado y la economía en México – puede haber contribuido a estas mermas en la confianza.
A fin de cuentas, la confianza en las noticias suele estar relacionada con la confianza en las instituciones a nivel general. Los ataques continuos contra los medios de comunicación por parte de políticos, una táctica implementada por Jair Bolsonaro en Brasil y más recientemente por el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, también podrían contribuir a las reducciones en la confianza y a la polarización de actitudes hacia la prensa de manera partidista. No obstante, ambos países aún mantienen niveles de confianza relativamente más altos que el promedio mundial, especialmente Brasil. Mientras tanto, Chile sobresale al pasar la confianza en las noticias de estar por encima del promedio mundial a caer significativamente por debajo, con sus ciudadanos expresando, en 2020, el grado de confianza más bajo de los cuatro países latinoamericanos analizados aquí.
Como podría esperarse, las personas suelen reportar niveles de confianza más altos en las fuentes de noticias que ellos mismos usan, en comparación con las noticias en general. Sin embargo, las mismas tendencias nacionales que observamos en la confianza en general las vemos repetirse en el caso de la confianza en las noticias que las personas consumen, lo cual sugiere que las percepciones de ambas están relacionadas, aun cuando el punto de partida en este último indicador es más alto.
El porcentaje menguante de ciudadanos que considera que puede confiar en la mayoría de las noticias que consumen recalca aún más la erosión de la confianza en las noticias en Chile: en el curso de los tres años, casi el 20% de los chilenos perdieron confianza, incluso en las noticias que consumen. Esto concuerda con el hecho de que los propios medios de comunicación se convirtieron en blanco de las manifestaciones masivas en contra de la desigualdad.
Argentina también exhibe una pérdida de confianza en las noticias que las personas usan en 2020, en comparación con el año previo. Este descenso podría tener algo que ver con la transición entre las administraciones de Mauricio Macri y Alberto Fernández. Aunque Fernández suele evitar los enfrentamientos con los medios, algunos de sus simpatizantes mantienen una desconfianza profunda en los principales medios de comunicación del país. Es posible que los peronistas se hayan vuelto más expresivos al respecto desde que regresaron al poder y esto podría ayudar a explicar la reciente pérdida de confianza, puesto que no ha habido cambios importantes en los medios de comunicación que utilizan los argentinos en este período.
Preocupación por la desinformación por parte de políticos y periodistas
En una época de gran ansiedad por el impacto de las noticias falsas, entender a quién se culpa de la desinformación en los canales digitales puede ayudarnos a entender cómo perciben las personas su contexto informativo y sus carencias. Datos del DNR de 2020 demuestran que en Argentina, Brasil, Chile y México el Gobierno y los líderes políticos son las fuentes de preocupación más citadas con mucha diferencia en lo que a la desinformación en línea se refiere. Casi la mitad de los ciudadanos en cada país expresan esta opinión, en comparación con cuatro de cada diez a nivel mundial.
Estas cifras podrían entenderse como el fruto del ascenso de presidentes populistas en Brasil o México, de las críticas a cómo se han gestionado las protestas sociales en Chile, o de la oposición a Alberto Fernández en Argentina. Pero en realidad la desconfianza en los líderes y las instituciones ha sido un hilo recurrente en la historia latinoamericana. Por tanto, estos datos no pueden simplemente atribuirse al contenido divisivo que comparten algunos líderes en redes sociales y también pueden vincularse con sentimientos de desconfianza habituales en estas sociedades.
Los niveles de preocupación sobre la desinformación por parte de líderes, más altos que el promedio, pueden indicar que el escepticismo sobre las declaraciones de los políticos en los canales digitales podría tener una relación con las actitudes de los políticos en otros ámbitos. Quizás el punto novedoso no es que los ciudadanos latinoamericanos sean especialmente escépticos sobre sus líderes sino que esta desconfianza se ha extendido a otros países, de tal modo que las “democracias establecidas” se han vuelto ahora cada vez más susceptibles a estos puntos de vista.
Después de los líderes políticos, la segunda fuente a la que más se culpa de la información falsa en estos cuatro países son los “periodistas o los medios de comunicación”, con niveles ligeramente superiores al promedio mundial.
Aunque la preocupación por la desinformación de los periodistas es mucho menor que la preocupación por la desinformación de los líderes políticos, vale la pena seguir esta cifra en los próximos años. Encuestas como Latinobarómetro a menudo sugieren que los medios constituyen una de las instituciones de la región que goza de mayor confianza, pero los cambios en el ambiente político y mediático podrían alterar esta afirmación. La ira de los movimientos anti-élite dirigidos en contra de los líderes políticos podrían con facilidad extenderse hacia los periodistas y hacia los medios de comunicación, a quienes a menudo se les acusa de conformar parte de las mismas cúpulas que los políticos convencionales. También cabe resaltar que Argentina, Brasil, Chile y México presentan niveles de preocupación por los periodistas como fuentes de desinformación similares a los del resto del mundo, indicando que se trata de una tendencia global.
Periodistas y políticos compiten por la confianza de los ciudadanos en Brasil
Más allá de los datos de las encuestas, también hemos podido comprender mejor este fenómeno a partir de entrevistas con periodistas en Brasil, quienes ya están acostumbrados a ser percibidos como fuentes de desinformación. Nuestras entrevistas con 34 de estos profesionales de una amplia gama de organizaciones reflejaron preocupaciones importantes por la percepción de que los periodistas proveen información falsa o no fiable, acusaciones promovidas a menudo por políticos.
Un reportero que trabaja en un periódico brasileño nos dijo que, aunque la desconfianza en el periodismo no es un fenómeno nuevo, la diferencia es que ahora las autoridades atacan a los medios y los acusan de desinformar a las personas: “Independientemente de si estuvieran de acuerdo o no con la cobertura, todos estaban de acuerdo en que la prensa era fundamental para la democracia … Por primera vez, vemos que esto cambia, que una parte del público y del Gobierno acusa a los medios y sugiere que podrían ser prescindibles”.
Marcelo Rech, presidente de la Asociación Brasileña de Periódicos (ANJ), expresa una preocupación parecida. Rech sostiene que el problema no son las críticas al reporteo de los periodistas sino la desinformación al respecto, que busca que las personas descarten información que algún político o algún partido considera desfavorable: “Esto surge de un ataque organizado contra la credibilidad de la prensa – que es su único recurso – y contra la integridad moral de los analistas, con ataques sistemáticos contra los reporteros, editores y profesionales independientes … Esto sucede todo el tiempo en Brasil”.
Ofreciendo una perspectiva distinta, un reportero de televisión, quien pidió ser citado de manera anónima, reconoce una ventaja del escrutinio magnificado del trabajo periodístico. Aunque resalta que los medios no anticiparon al principio la reacción agresiva de Bolsonaro y sus simpatizantes, él sostiene que esto también contribuye al trabajo de la prensa en su conjunto y a su propio trabajo porque le empuja a ser más responsable y a verificar la información más de una vez: “Afrontamos demandas significativas, y esto fortalece nuestro sentido de responsabilidad cuando publicamos algo”, dice.
La caída en la confianza en las noticias plantea un reto para los periodistas alrededor del mundo. Aunque América Latina no es una excepción, tampoco se trata de un único problema de confianza o una sola tendencia en la región. Como este análisis sugiere, cambios en los niveles de confianza varían significativamente de un contexto nacional a otro y pueden involucrar una amplia variedad de factores, desde las carencias del propio periodismo al malestar social o el antagonismo entre políticos y periodistas. Cualquier estrategia efectiva para cultivar la confianza va a requerir que prestemos atención a la relación entre la confianza y otros procesos sociales específicos, así como los distintos contextos nacionales.